miércoles, 18 de enero de 2017

De los viejos prostíbulos porteños – El caso de Corrientes 509

De los viejos prostíbulos porteños – El caso de Corrientes 509

 Una postal escondida del Buenos Aires de fines del siglo XIX. Luces, bailes y bebida. Lujosos palacios ambientados para albergar a las mujeres más hermosas. Sexo, placer, diversión... y tras aquella fachada, negocios sucios, transportes clandestinos, compraventa, encierro, enfermedades horrorosas que se curan con rapidez, complicidades y sobornos. Los ingredientes de una novela sin héroes. Pero nuestra.
Por José Luis Scarsi (*)

 Según el censo de 1869 había en la ciudad de Buenos Aires 185 mujeres autodefinidas como prostitutas y 47 rufianes, para quienes ellas trabajaban. Seguramente el número sería mucho mayor, pero es de suponer que declararían otros oficios.

 Dos años mas tarde, el diario La Tribuna informa que de acuerdo a un cuadro estadístico de la policía "... el número de casas (de prostitución) que se ocupa de tan infame tráfico es de 49. En esta cifra no están comprendidas aquellas que sin ser ni más ni menos lo mismo que estas, no se pueden calificar de tales por la decencia aparente y engañosa que revisten. Tampoco está comprendida la numerosa cuartería que existe por decirlo así en determinadas calles; pocilgas inmundas donde el vicio y la corrupción es mayor y más repugnante. De manera pues que se puede calcular sin exageración en 150 el total de lupanares que tiene en su seno el Municipio." (1)

 En estos años, la ciudad se esforzaba por llevar la cuadrícula de sus manzanas hasta los alrededores de la plaza Miserere, aunque las polvorientas calles que llegaban hasta allí estaban cortadas en su mayoría, por terrenos baldíos que a pocas cuadras se convertían en las quintas y predios que separaban a la ciudad, de los vecinos partidos de Flores y Belgrano.

 Aventurarse hacia el norte, mas allá de la actual Viamonte, era internarse en fangosos arrabales y una caminata en días de tormenta, suponía el riesgo de ser arrastrado por alguno de los caudalosos arroyos que corrían en las mismas calles.

 Comenzaba a ser frecuente escuchar diálogos en italiano, francés, inglés, alemán o idish; tanto es así que hasta la misma policía contaba entre sus filas con tropa reclutada entre inmigrantes que apenas balbuceaban algunas palabras en español.

 La paulatina industrialización y los trabajos asociados con el agro fomentaron la inmigración dando como resultado que en pocos años el número de extranjeros superara a la población nativa. El gran flujo de recién llegados, en su mayoría hombres jóvenes y solteros, generó una evidente desproporción entre estos y mujeres de similares características.

 Este dato fue rápidamente aprovechado por los comerciantes locales y en todos los cafés y fondas que rodeaban el puerto y aún en los barrios, comenzó a hacerse evidente la presencia de prostitutas.

 Si bien ellas ejercían su comercio, no se puede hablar de estos lugares como casas de prostitución, porque como fachada o por renta genuina se dedicaban mayoritariamente a la venta de alimentos y bebidas y el sexo era una actividad marginal, como lo eran el juego de naipes y las apuestas.

 Además, las prostitutas, fueran asociadas en la ganancia o remuneradas por el servicio, gozaban de la libertad de abandonar el lugar con relativa facilidad, cosa que no sucedería en los prostíbulos o casas de tolerancia.
La escasez de mujeres y el despertar económico de la floreciente metrópolis impulsó la codicia de algunos hombres que vieron como gran negocio traer a estas costas a jóvenes europeas con el pretexto de ofrecerlas en matrimonio.
En principio esta idea fue tan bien recibida, que algunos investigadores se animan a especular que sectores de la propia iglesia católica financiaron este primer viaje.

 Viendo algunos comisionistas la facilidad de las ganancias, pronto convinieron la realización de negocios aún mucho más lucrativos (2), y se transformaron en tratantes de blancas. Recorrían especialmente el centro de Europa, visitando humildes familias que, con la esperanza de un futuro mejor e ignorando los peligros, cedían a sus hijas.

 Los tratantes contraían matrimonio con estas jóvenes, en muchos casos fraguados y en otros reales, lo que implicaba que, cuando el esposo era de otra nacionalidad, la mujer perdiera la propia y consecuentemente el derecho de reclamar ante las autoridades consulares de su patria.

 Una vez llegadas a los burdeles porteños, no había ley que las amparara ni forma de hacer saber de la explotación a que eran sometidas.

 Por otra parte, como comprobaremos más adelante, algunas de estas mujeres ya se dedicaban a la prostitución en sus países de origen .     

 Cuando los tratantes lograban reunir un grupo de entre 6 a 12 mujeres, se embarcaban preferentemente en Marsella con destino a Montevideo, allí aguardaban unos días y trataban de vender individualmente a las más bonitas, a la espera del momento de menor control para cruzar a Buenos Aires.

 Uno de los operadores más conocidos era Adolph Weismann. Un cómplice de éste, Jacobo Hönig, llegó a Buenos Aires a fines de la década de 1860 y con cuatro mujeres se instaló en Cerrito 123 donde abrió uno de los primeros burdeles con las que se denominarían "esclavas blancas". (3)

 Puertas adentro
Los continuos escándalos que se sucedían en estos establecimientos eran causa frecuente de reclamos por parte de los vecinos, fuera ante la Municipalidad, fuera ante la policía.

 Por dichas denuncias y algunas notas de la prensa, sabemos que en la mayoría de los casos obedecían a los ruidos molestos, borracheras, peleas con arma blanca y ocasionalmente de fuego, y pequeños robos.

 Los locales más denunciados eran los ubicados en los números 8, 10, 12, 14, 16, 18, 23 y 25 de la calle Uruguay; los de Esmeralda 168, 176 y 179; 25 de Mayo 104, 135, 192; Reconquista 167; Maipú 201; Tucumán 8; Parque 57 o Libertad 156. Pero hay uno que llamó particularmente nuestra atención: el de Corrientes 35.

 A comienzos de 1870, la dueña de la casa era Concepción Amalla. Tanto ésta como las mujeres que allí trabajaban eran argentinas o de origen español, dato que no es menor pues evidencia que aún no se había producido la llegada de los proxenetas y el tráfico organizado proveniente, en principio, del centro europeo.

 Las constantes denuncias de los vecinos (4), sea por los alborotos, sea por el trato que se daba a las pupilas, hacían este establecimiento muy conocido por la Municipalidad y la policía, aunque casi por dos años el lugar no recibiera clausura alguna.

 Una queja frecuente era la presencia cotidiana de mujeres "que se subían a la azotea casi desnudas y cometían toda clase de actos inmorales... " También se decía que llamaban a los paseantes hasta cuando estaban acompañados por su familia. (5)

 El 9 de febrero de 1871, el comisario de la seccional correspondiente, eleva un informe al jefe de la policía en el que dice: "Esta comisaría no tiene conocimientos de desórdenes en dicho lupanar desde que el 5171 se dispuso la clausura en caso de que los hubiera... ".

 Hace una muy particular interpretación, ya que más adelante se contradice al decir que Carlos Guertre, vecino de dicha casa, tuvo que mudarse por los reiterados escándalos y que si bien había hecho múltiples denuncias con sus "sirvientas las que fueron varias veces presentadas por este señor, (como testigos) como el infrascrito no presenció nunca dichos escándalos no procedió." ¡Maravilloso!

 El propio comisario admite de puño y letra que eran reiteradas las denuncias y los testigos que le hubieran permitido clausurar el prostíbulo, pero como él mismo no era testigo ocular no hizo caso a las mismas.

 Era comprensible, pues, que los vecinos enviaran notas y solicitadas a la prensa en busca de amparo y como forma de presión. También era bastante frecuente que viendo infructuosos sus trámites optaran por mudarse. Un año después, con nuevos dueños en el lupanar de Corrientes 35, los vecinos hacen otra presentación con varias firmas que nuevamente es desatendida. (6)

 con fecha 3 de julio de 1874, el comisario de la 1° seccional relata al jefe de la policía: "En la mañana de hoy al querer salir del lupanar calle de Corrientes N° 35 las mujeres Margarita Brut, Emilia Cavendiche, Elisa Nidercan y Luisa Cunco fueron detenidos por Carlos Rock y Anita Rock dueños de dicho lupanar tomándolas a golpes ayudados por el mozo Francisco Pose. Enseguida fueron despedidas de la casa pero sus ropas se las detuvieron con la escusa de que debían en la casa y concluyeron por despojar por métodos violentos de las carabanas y un medallón que tenía puestos la mujer Emilia. Unas presentaban varias contusiones de los golpes que habían recibido. Lo mismo que Margarita que venía con la boca llena de sangre cuando se presentó en esta comisaría a quejarse de lo que pasaba. A Elisa le rompieron sus ropas cuyos pedazos remito a usted. Doña. Analía Araujo, que sirve en la casa contigua a este lupanar dice que ollo salir llorando a algunas mujeres y quejándose de que las habían estropeado... Por esta causa constituí en prisión en este departamento a Carlos Rock que es polaco, de 41 años, casado, dueño del lupanar calle de Corrientes N° 35 y Aníta Rock, polaca, de 30 años, casada, dueña de la misma casa y a Francisco Pose, francés de 29 años, soltero, mozo del mismo establecimiento; lo que aviso a usted a sus efectos."

 De lo anterior podemos obtener varios datos de importancia: en primer término, los dueños del lugar. Además, sabemos que había un mozo que hacía las veces de portero y presumiblemente habría también una sirvienta o cocinera.

 Conocemos el trato al que eran sometidas las mujeres y la forma en que retenían sus pertenencias. Llegadas a Buenos Aires se les informaba que tenían una deuda por el viaje, por la ropa que se les daba y hasta por la propia comida. Como si no fuera suficiente, los precios eran sobrevaluados varias veces y la deuda se tornaba impagable. El método era aplicado con igual rigurosidad en todos los locales de la ciudad.

 Dado que no existía ninguna normativa para las casas de prostitución, todos los reclamos de vecinos y prostitutas quedaban al amparo de la buena voluntad de la autoridad, pero como se sabe, cuando hay negocios de por medio la buena voluntad flaquea.

 En otro caso expuesto ante el mismo comisario el 4 de agosto de 1874, se presenta Clarisa Berthow, francesa de 21 años, soltera, que relata haber estado en Montevideo en el lupanar de la calle Buenos Aires 53 y que de allí fue traída a nuestra ciudad siendo vendida en 4.000 pesos al lupanar de calle Reconquista 167. Llamada a prestar declaración, la dueña del prostíbulo alega que la joven tiene una deuda con ella y que por tal motivo no le entrega sus pertenencias. Después de ambas exposiciones, la policía aconseja a la joven concurrir a las autoridades competentes, pues la denuncia que ella entablaba no era de carácter policial. Demás está decir que para tales casos, no había ninguna autoridad que se arrogara competencia.

 Comienza el gran negocio
 Para mediados de la década del '70, la municipalidad trata de abordar el tema de la prostitución dándole un marco administrativo a lo que hasta ese momento, se venía manejando en forma discrecional.

 La Ordenanza sobre prostitución de 1875 distaba mucho de resolver los problemas sociales y sanitarios para los que había sido dictada, y si bien no involucraba a todo el universo y todos los actores a los que debía comprender, una mirada indiscreta podría notar que cumplía con las motivaciones de algunos de sus oscuros impulsores

 Desde su misma promulgación comenzaron las críticas. Algunos de los artículos más observados tanto por el Consejo de Higiene Pública como por asociaciones médicas, eran los Nros. 15, 17 y 18, que disponían que un médico visitaría las casas los miércoles y sábados revisando a todas las pupilas y anotando en un libro a tal efecto, "sana" o "enferma". El problema fue que la Municipalidad delegó su responsabilidad en las gerentas de cada uno de los prostíbulos, dejando que contrataran a un médico de su elección, hecho que desde el inicio generó todo tipo de arbitrariedades, haciendo totalmente ineficiente el control.

 La Asociación Médica Bonaerense, con gran tino, hizo una serie de críticas en especial la referida al artículo 15, que decía: "...en caso de que las prostitutas contrajesen enfermedades venéreas ó la sífilis primitiva, serán atendidas por cuenta de la regente; si según declaración del médico de la casa, la enfermedad pasase al estado de sífilis constitucional ó fagedémica entonces la prostituta pasará al hospital." "¿Qué fin ha consultado la Municipalidad para dictar una disposición tal? ... ¿No hubiese sido mas arreglado a las conveniencias sociales que la prostituta, una vez constatado su estado de enfermedad fuese remitida inmediatamente al hospital? La disposición del artículo 15 que insertamos mas arriba, demuestra que su autor ha considerado a las prostitutas como incapaces de transmitir su sífilis primitiva y dispone que solamente cuando todo el organismo de la mujer pública haya sido invadido por el virus deba ser entonces remitida al Hospital, es decir, cuando haya contagiado su terrible afección a una multitud de personas, porque creemos que el servicio médico establecido en la ordenanza es incapaz de impedir las funestas consecuencias de la infección". (7)

 ¡Aquí está dicho con todas las letras y anticipándose a los hechos! El asentar en el libro el estado de enfermedad de la prostituta, no impedía que ésta fuese exigida para seguir trabajando y así tras la fachada de la inspección médica, las casas autorizadas, por su engañoso espejismo de control sanitario, fueron más peligrosas que los sórdidos burdeles de antaño.

 Ninguna mujer enferma dejó de prestar sus servicios sexuales mientras permanecía en las casas. Aún aquellas que durante meses fueron inscriptas como enfermas en los libros, siguieron prostituyéndose, como veremos más adelante.

 No hay punto en la Ordenanza que representara los derechos de las trabajadoras ni las auxiliara para abandonar dicho rol. Ya hemos dicho que muchas de estas mujeres huían de sus encierros por los malos tratos que recibían. Pues bien, la Ordenanza, mucho más represiva que sus propios captores, confería a la policía autoridad para perseguir a estas "fugadas" y regresarlas al vicio, pudiendo también multar o encarcelar a todo aquel que le ofreciera un trabajo diferente, alojamiento o cualquier tipo de ayuda en su huida.

 Debe ser el único caso de un trabajador que por abandonar su tarea es requerido por la fuerza pública para reintegrarlo a ésta. (Artículos 12 y 14)

 Es imaginable que teniendo una potestad absoluta sobre la vida de sus esclavas, los rufianes proyectaran sus negocios a lo grande. No es casual que en la misma semana de la promulgación de la ordenanza, estos mercaderes dejaran sus pequeños burdeles para instalarse en grandes casas, dispuestos a llenarlas de lujo y comodidad. (8)

 En contraparte, la autoridad municipal centró toda su atención en el cobro de patentes, el arancelamiento de las inspecciones y las multas. Su sesgo tributarista no estuvo errado, si vemos que unos años más tarde, 143 burdeles, aunque representaban menos del 2% de los negocios porteños, producían el 21% de los impuestos comerciales e industriales. (9)

 Llama la atención (o tal vez no tanto...) que las reglamentaciones de la autoridad municipal no encuadraran en ellas a las decenas de pequeños locales y a las mujeres que en ellos comerciaban.

 Cuando habla de casas de prostitución y define las características que han de tener, se refiere a establecimientos inexistentes hasta ese momento, e imposibilita el registro de los que venían funcionando, imponiendo patentes y registros excesivamente altos para que pudieran ser afrontados por éstos.

 Para quedar incluido dentro de las nuevas disposiciones legales, hacían falta casas muy amplias que permitieran albergar gran número de mujeres para enfrentar los altos costos y (¡oh casualidad!) la mayor parte de estas nuevas casas pertenecían directa o indirectamente a los tratantes de blancas.

 Pretender que por verse impedidos de pagar las altas patentes que se requerían, cerrarían los locales que hasta ese momento funcionaban, es a todas luces ingenuo. Siguieron, de manera clandestina, amparados en muchos casos por la policía y los inspectores, que sabían de su existencia y en otras ocasiones engrosando las arcas de la municipalidad con las altas multas que esporádicamente se les imponían.

 Con un marco legal que les daba cierta cobertura para instalarse, los tratantes comenzaron a tramitar permisos para sus nuevos locales.

Adolph Hönig abrió una importante casa en la calle Corrientes 506 en la que puso como regenta a Matilde Salowitz. Jacobo, un hermano de aquel, se encontraba en Viena, desde donde operaba como nexo en el tráfico de mujeres.

 Entusiasmado con los progresos de sus negocios del Río de la Plata, envió por otro de sus hermanos, Simón, para abrir una segunda casa en la calle Temple (10), que sería regenteada por Ernestina Rabanowic. Instalar estas casas tenía un costo de entre 200 y 400 mil pesos, suma similar a la que reportaba cada remesa de mujeres de Europa.

 Cuando en 1876 la policía austrohúngara desbarata a un grupo de tratantes entre los que se encontraban Weismann y Hönig, éstos admiten que sólo en el año anterior condujeron una media docena de transportes de mujeres con destino a Sudamérica.

 Las cifras, pues, son siderales y para aquella época, era uno de los negocios más rentables que se conocían.

Juan Hibler, también socio de éstos, trasladó su local de Suipacha 179 a otro más lujoso en Temple 368 colocando a Sofía Gilbert como su regenta (nótese el parecido de los apellidos). Al mismo tiempo que el conocido matrimonio Rock seguía trabajando en su local de Corrientes 35, obtenía el permiso de habilitación y comenzaba los trabajos de decoración en la casa de Cerrito 82. Pero la suerte les fue esquiva y la presión y el mal humor de los vecinos hicieron imposible trasladarse a esta nueva dirección, perdiendo así todo su capital. (11)

 Leamos ahora una de las solicitadas que por aquellos días, se publicaban en los diarios: "En vista de las reiteradas instancias de la prensa para que desaparecieran del centro de la Municipalidad los casinos, la Municipalidad dictó la famosa Ordenanza sobre la prostitución. Si bien aquellos casinos han cerrado, desgraciadamente la ciudad de Buenos Aires se encuentra invadida de casas con puerta de fierro. Nos hemos librado de un mal y ya tenemos otro peor invadiendo hasta aquellos barrios que antes habían tenido la suerte de ser eximidos de este flagelo. Es triste ver que aquellos negociantes infames invocan la autorización oficial y se burlan de las familias que tienen la desgracia de ser vecinos de esta gente."

 Y finaliza diciendo "Como el propietario de una casa situada en la calle Corrientes num. 509 he tenido la mala suerte de ser vecino de la casa de tolerancia num. 507 que los escándalos le obligan a abandonar su casa para salvar su familia de esta funesta influencia. 6 de abril de 1875."

 Tal vez hasta el propio Carlos Rock leyó la solicitada, pues justamente allí y con la ayuda de unos amigos que le facilitaron dinero y algunas mujeres, para mediados del mismo mes pudo abrir el "famoso" prostíbulo de Corrientes 509 (actual 1283) entre Libertad y Talcahuano. (12) Era una extensa casa con tres patios, contaba con once habitaciones y se ubicaba en un terreno con 9 metros de frente por 68 de fondo; dos amplias ventanas que daban a la calle, iluminaban la primera sala. La regente era Ana Snot y si bien Rosa (a veces nombrada Ana) concurría todos los días para vigilar sus negocios, ésta, junto con Carlos y un socio de ambos llamado Janet, vivían en una casa de altos en Cerrito 224, demostrando así que los dueños de los prostíbulos no siempre vivían en estos. (13)

 Cuando el subcomisario Batiz publica su libro "Buenos Aires, la ribera y los prostíbulos en 1880" da a este local el calificativo de famoso "por el lujo y concurrencia de muchachos de la burguesía. " Al igual que otros de su tipo "ocupaban cesas lujosísimas donde se veían los pisos con riquísimas alfombras de colores de buen gusto, elegantísimas cenefas de buen brocado azul, rojo o purpurino; en resumen, un buen confort; piano, buenas habitaciones, todo lo necesario para recibir gente de dinero, como las hay en ciudades como Buenos Aires." Lejos de la fama pero reiteradamente nombrados en distintos documentos, los habitantes de esta casa nos acercan un poco más a la vida prostibularia de fines del siglo XIX. Hacia allí es a donde vamos.

 Sana o enferma
 Como hemos visto, la inspección médica corría por cuenta de la regenta de cada casa, quien debía contratar a un médico para tal fin. Según los registros de la Comisaría 5°, de las 22 casas habilitadas en dicha sección, 14 habían requerido los servicios del Dr. Beruti. Estas, que eran de las más importantes de la ciudad, pertenecían a tratantes de esclavas y sí bien funcionaban de manera independiente, ciertos aspectos como el descripto demuestran sus buenos vínculos y funcionamiento como grupo.

 Como germen primitivo de organizaciones que, varios años después, llegarían a tener el peso de la Zwig Migdal, estos primeros tratantes se reunían en forma frecuente, a modo de cofradía, para realizar sus acciones. Durante varios años lo hicieron en una casa de la calle Libertad, donde además se vendían o canjeaban las mujeres traídas de Europa. Esta actividad no era ignorada por la policía. (14)

 Finalmente, al año siguiente la Municipalidad es la que designa a los 16 médicos que visitarán las casas de tolerancia del municipio.
 El Dr. Justo Meza pasa a hacerse cargo de la fiscalización de Corrientes 509 y desde el primer día demuestra un extraordinario respeto por la tarea asignada. Los partes que eleva a la autoridad están ajustados a todas las exigencias. A diferencia de la mayoría de sus colegas, que sólo consignan "no hay novedad, todas las prostítutas están sanas", Meza hacía constar el nombre de cada una, con sus datos personales y día de entrada o salida de la casa.

 En su primera visita, de febrero de 1876, nos informa haber encontrado a seis mujeres de entre 21 y 22 años, Ida Bohn, Ana Mühler, María Res, Rosa Rickler, Gabriela Kirch y Rosa Beier, todas alemanas, diciendo que "... reconocidas pues, éstas mujeres desgraciadas, no he encontrado en ellas felizmente signo alguno que pueda revelar una enfermedad." Y en el parte del mes siguiente señala: "La casa se halla en condiciones higiénicas inmejorables, como también hay el respeto debido de éstas desgraciadas mujeres al médico infrascrito." (15)

 Algunas mujeres más hubiera encontrado Meza, si no fuera porque, en una noche del mes anterior, dos de estas reclusas se escaparon por la azotea con unas sábanas que ataron a tal efecto. El hecho es que para evitar nuevas evasiones se mandó cerrar dicha azotea con una reja de dos metros.

 Se sabe que si bien las mujeres no fueron regresadas a la casa, el reclamo que los Rock hicieron ante las autoridades, privó a las muchachas de retirar sus pertenencias, abandonadas en la huida. (16)

 En el parte del 10 de abril de 1876, el Dr. Meza, además de informar de las primeras ulceraciones que encuentra, reporta de la salida con destino a Montevideo de dos de las internas y agrega: "Como por el art. 14 de capítulo 3° es a la gerente a quien le íncumbe dar cuenta; y como es creíble que no lo haya efectuado, es por esto que lo hace el que suscribe...”  y a la próxima semana reitera lo informado: "por sí no había dado cuenta la regenta", agregando que lo hacía en forma oficiosa "por no ser de la incumbencia del infrascrito."

 En estos primeros meses se destaca la compasión que sentía por las jóvenes y el celo con que cumplía su tarea, lo que le llevaba a informar sobre situaciones que no le eran requeridas. Pero no siempre sería así en el futuro.  (17)

 Regresemos a la calle Corrientes. En el período referido pasaron por el burdel más de 120 mujeres. Algunas estuvieron allí sólo días, como si fuera una escala en un viaje más largo, o la casa no las consideró apropiadas para sus intereses; otras permanecieron por años. La edad en todos los casos variaba entre los 18 y los 24 años, aunque es lógico suponer que en caso de haber habido menores, se habrían sumado algún año y las mayores se lo restarían, como lo hace saber el Dr. Meza en sus informes. Un dato interesante es que en estos 12 años, sólo una argentina trabajó en la casa y únicamente por un período de 10 días. La nacionalidad predominante era la alemana, seguida por polacas y austríacas.

 En estos años, 45 mujeres fueron inscriptas como enfermas en el libro respectivo. Si bien según el facultativo, en algunos casos eran escoriaciones vaginales que no pasaban de un carácter sospechoso, en 18 se detectó mal venéreo, siendo 7 de estos casos descubiertos en la primera inspección, apenas arribadas a la casa. Puesto que llegaban a Buenos Aires con síntomas de la enfermedad, es posible inferir que no todas eran jóvenes campesinas engañadas y que muchas de ellas venían de ejercer la profesión en Europa.

 Es interesante comprobar que todos los casos en que se detectó mal venéreo en la primera inspección se presentaron hasta el año '80, sin que por ello se consignaran contagios dentro de la casa. Por el contrario, si bien en los siguientes 8 años no ingresó al prostíbulo ninguna mujer enferma, el plantel existente se contagió en forma alarmante, contrayendo la enfermedad casi el 20% de las que por allí pasaron.

 Es posible que los tratantes consideraran la pérdida económica que les ocasionaba el transporte de enfermas y que a partir de esto, realizaran algún tipo de inspección, previo al embarque, pero sería aventurarse en hipótesis sin ningún fundamento.

 Cierto es que las mujeres que ingresaban enfermas, estaban allí varios meses y no contagiaban a sus compañeras. ¿Por qué entonces comienza el contagio intraprostibulario a partir del año '81?

 La explicación la encontramos en los partes del Dr. Meza. De los 7 casos de mal venéreo detectados en la primera inspección, sólo Robisch y Friedl permanecieron por un largo período en la casa. Si bien la Ordenanza imponía a la gerenta hacerse cargo de la atención de las enfermas, pocas veces se cumplía.

 Seguramente el motivo para que estas dos mujeres hayan respetado el tratamiento y reposo recomendado, se debió a que eran los primeros tiempos del negocio y las normas higiénicas eran muy estrictas, como el propio médico reconoció. Está comprobado que con el correr de los años la higiene del establecimiento mermó y la promiscuidad fue en desmedido aumento.

 En el período '8485, de las 26 mujeres que ofrecieron sus servicios, 13 fueron inscriptas como enfermas y a 4 de ellas se les comprobó sífilis. A su vez, 3 de estas 4 quedaron embarazadas, hecho contundente que viene a probar que, aún en el grave estado de su enfermedad, se les seguía exigiendo trabajar.

 Ida Bartac figuró durante 18 meses consecutivos como enferma sifilítica hasta que finalmente quedó embarazada. Juana Harr también llegó al embarazo luego de 5 meses de diagnosticada su enfermedad. Un par de meses después de comprobar efectivamente dichos casos, abandonaron el establecimiento aún enfermas.

 Si bien el Dr. Meza seguía cumpliendo con admirable dedicación los controles que se le habían impuesto, su función sólo pasaba por informar a la Municipalidad el estado de salud de las prostitutas.

 Mes tras mes enviaba sus partes haciendo saber a la Comisión de Salud que tal o cual mujer no se presentaba a los exámenes médicos, pero ésta no enviaba sus inspectores y cuando lo hacía, eran sobornados, de tal forma que la casa de los Rock jamás recibió una multa ni por estos hechos ni por los que veremos más adelante.

 La Ordenanza obligaba a los médicos informar sobre el estado de las prostitutas con relación a la sífilis -si estaban sanas o enfermas- no sabemos por qué se hacía caso omiso de otras enfermedades de transmisión sexual como la blenorragia (también conocida como gonorrea).

 Tampoco era una visita sanitaria que propendiera a resguardar la salud integral de la mujer y el caso que veremos a continuación, es esclarecedor.

 En enero de 1877, el juez de Paz de la parroquia de San Nicolás recibe una denuncia sobre el estado de una joven perteneciente a la casa de tolerancia de Corrientes 509. Inmediatamente eleva un pedido de informes al presidente de la Municipalidad, que a su vez solicita precisiones del caso al médico encargado de dicho local. Lo que sigue es la transcripción del informe presentado por el Dr. Meza.

 "El que suscribe, Doctor en medicina y médico Municipal, al cargo de la casa de tolerancia sita en la calle de Corrientes N° 509, evacuando el informe que se solicita por el Señor Secretario de la Municipalidad, dice: Que aunque en la nota del Señor juez de Paz no se designa con el nombre propio n la mujer por la cual se exige el informe médico, y solamente se la designa por su nacionalidad. No habiendo en dicha casa de tolerancia, otra mujer de nacionalidad española que la prostituta Lola Martínez, y cuyo estado infunde serios temores, es creíble sea de la que se solicita el respectivo informe. La espresada prostituta, Lola Martinez, de veintiún años de edad (aunque en realidad debe tener mas edad), natural de España, entró a la casa el quince de junio del pasado año de 1876, hallándose anotada en el respectivo libro bajo el número trece, se encuentra en un estado bastante alarmante, porque su delicado organismo, y con esa vida licenciosa, hace temer muy fundadamente que terminará, tal vez en breve tiempo, por una Tisis pulmonar, ya incipiente, ó, en otros términos, de una tuberculosis.

 Es pues, de urgente necesidad que cambie de vida, debiendo, sin pérdida de tiempo, salir al campo para que con el aire oxigenado y una buena, como nutritiva alimentación, pueda cambiar su delicada constitución y recuperar las fuerzas vitales que cada día va perdiendo notablemente. Hace ya algún tiempo, que el infrascrito indicó a dicha prostituta, la urgentísima necesidad de cambiar de vida, porque do lo contrario, su organismo iría cada día deteriorándose notablemente, poniendo en gravísimo peligro su existencia. De igual modo lo hizo presente al Señor Inspector General, D. Antonio Navarro, puesto que la ordenanza ad hoc, no ha previsto este caso, y solamente ordena darse cuenta a la Municipalidad en las enfermedades sifilíticas y en estado de gestación, como cuando se hallase ausente en la visita de inspección, ó no permitan el ser inspeccionadas. Es cuanto tiene el infrascrito que informar sobre el particular en obligación a la verdad y para los fines conducentes..." (18)

 Lola Martínez abandonó la casa el mismo mes de enero y allí se pierde su rastro.
Suponemos improbable que siguiera los consejos médicos, pero de esto nos queda la evidencia del punto al que se explotaba a las mujeres sin importar su estado de salud.

 Eran compradas y vendidas entre distintos rufianes; en algunos casos consideradas un activo para pagar deudas y en más de una oportunidad, jugadas a los naipes escribiendo, detrás de su retrato, la cantidad de dinero apostado.

 Suponer que estos hombres iban a permitir que las enfermas estuvieran inactivas durante la convalecencia (de meses a años) que podía demandar la enfermedad, era muy improbable. Por esta razón, las casas bajo control sanitario eran tan peligrosas como las que no se sometían a él. A continuación, una prueba categórica de lo expresado.

 Amalia Faertig era una muchacha polaca de 22 años que había ingresado al establecimiento el 23 de abril de 1880. Isabel Hoëgerl, de quien no tenemos más datos, lo había hecho unos meses después. Según el parte del 31781, ambas fueron enviadas al hospital "para asistirse de enfermedades venéreas que Izan contraído."

 La primera jamás volvería a trabajar en la casa, desconociéndose su destino. Isabel regresaría antes de fin de año, permaneciendo allí durante diez meses.

 Ser enviadas al hospital implicaba reconocer un estado grave de la enfermedad, pero también meses de inactividad con la consiguiente pérdida económica para los dueños del prostíbulo, razón tal vez por la cual éstos son los únicos dos casos entre 47 de mal venéreo en que las mujeres no permanecen en su encierro.

 La sífilis, que por esos años se podía tratar, pero sin llegar a su cura total, infundiría riesgos mayores en sus primeras semanas de contagio. Una vez adquirida la enfermedad, presenta una serie de ulceraciones o chancros que desaparecen pasadas unas semanas. Este período coincidía con el tratamiento indicado por los médicos de la época, que pensaban que la enfermedad se había retirado. Por esto, mujeres reconocidas como enfermas eran dadas de alta meses después, mostrando, en caso que su permanencia en la casa lo permitiera, el avance de los períodos más críticos de la enfermedad. Veamos algunos ejemplos.

 Gabriela Joërger, alemana de 20 años, llevaba 9 meses en el establecimiento. En el parte del 31182 se informa que "se halla enferma con una pequeña ulceración de carácter venéreo, al lado del cuello uterino, habiéndose puesto a un tratamiento médico adecuado. En el respectivo libro se anota enferma." Durante los próximos tres meses se indica que sigue mejorando y "se la anota en el respectivo libro como enferma". Pero según el parte del 31 de mayo "la prostituta Gabriela Joërger se halla ya bien de su ulceración al lado del cuello uterino vino, por lo que se anota en el libro respectivo, sana."

 En el parte del 311283 encontramos a Julieta Chassemburg inscripta como enferma. En el de febrero del 84 se diagnostica el carácter venéreo de la enfermedad y así continuará hasta octubre, cuando se le da de alta. A1 mes siguiente regresa a ocupar la calidad de enferma. Ya para el primer aniversario de detectado su mal, en el parte del 311284 la encontramos nuevamente recuperada.

 Casos como éste se repiten varias veces, pero hay otros más graves y significativos: Leonic Marot llegó de Francia en mayo del '85 e inmediatamente fue conducida a su encierro. La descripción de los próximos tres años de la vida de Leonic puede cansar al lector por lo que sintetizaré la exposición de los informes médicos.
Después de 5 meses de permanencia en la casa el informe de septiembre indica: irritación del cuello uterino y vagina. El 31 /10 la irritación de cuello uterino y vagina adquiere un carácter sospechoso. El 30/11 se detecta leucorrea de mal carácter. El 31/12 sigue enferma pero con mejoría. En enero del 86 recibe el alta y está trabajando los tres meses siguientes. El 30/04 se reitera la leucorrea y es anotada como enferma hasta el 30/06, mes en que vuelve a prostituirse. El 31 /07 no se somete al control médico por padecer una neuralgia frontal. Al mes siguiente regresa al trabajo y el 30/09 se le diagnostica que "tiene en la vagina una Úlcera de carácter sifilítico que se la ha dicho a la gerente para que sea asistida como es debido". Si bien esta recomendación sugería un tratamiento hospitalario tal cual lo imponía la Ordenanza, el mismo se hizo en la casa y duraría un año y medio, hasta llegar a marzo de 1888, cuando se le da de alta.

 Es indudable que durante este período Leonic mantuvo relaciones, difundiendo la enfermedad a un sinnúmero de desprevenidos. Sirven como atenuantes sus temporales estados de alta, que sabemos cuestionables aunque se ajustaran a las disposiciones municipales.

 El reconocimiento médico, cuando se cumplía tal cual lo establecido, no era más que la primera de una serie de instancias que, al parecer por los hechos, no funcionaba siempre de la misma manera.

 Margarita Goltstein, también de 22 años y proveniente de Rusia, pasó el primer examen en febrero del '85 y contrariando la ordenanza siguió trabajando sin volver a someterse a inspección hasta 5 meses después. Para octubre del mismo año se constata su embarazo y en el parte del 30 de noviembre se lee: "Margarita Goltstein ha abortado por un desarreglo cometido por la misma, según dice la gerente." Para principios del 86 se encontraba enferma y por un lapso de ocho meses no se realizó el reconocimiento médico exigido. Estas actitudes, sin duda reiteradas y promovidas por los propios rufianes, debían haber generado multas y clausuras del local, pero por lo que sabemos, éste era para su época uno de los más respetados.

 Para finalizar estos relatos, el caso de la austriaca, Raquel Sigitz, es el más misterioso y singular. Cuando el 9 de mayo de 1884 ingresa en Corrientes 509 lo hace enferma y embarazada. El Dr. Meza informa sobre la primera condición y si bien la mujer de 22 años se realiza todos los controles requeridos, no se detecta su embarazo sino hasta el séptimo mes. El 3 de noviembre dio a luz, siendo reconocida en todos los exámenes como enferma por espacio de otro año. Pasado este tiempo, la regente del lugar la contrata como sirvienta y así continúa en la casa.

 Por estos limitados ejemplos, sabemos que la sola práctica de los controles no impedía el trabajo de las prostitutas encontradas enfermas. Algunas simplemente se ausentaban en el momento del control y si bien en el libro se asentaba como "no se reconoció" era frecuente que con distintas excusas esta práctica se realizara durante semanas o meses en algunos casos, sin que por ello sospechamos dejaran de prestar sus servicios.

 Tal vez el mismo concepto de tolerancia que la Municipalidad usó para definir estas casas, fue el que hizo que los inspectores desestimaran los partes médicos que semanalmente recibían.

 Mientras las mujeres que se dedicaban a la prostitución clandestina eran perseguidas, multadas y en muchos casos encarceladas por la policía, las de las casas toleradas victimizadas en su encierro eran obligadas a prostituirse sin importar su estado de salud.

 Lenocinios amparados por una reglamentación ineficiente, que más que propender a la salud general, abría dos alas, por un lado otorgando el monopolio del negocio a un grupo de rufianes y por el otro, engrosando las arcas del municipio a través de impuestos y altas patentes.

Según el cristal
La leyenda popular y cierta literatura romántica fomentaban la idea de que estas mujeres eran jóvenes campesinas traídas a Buenos Aires a través de engaños. Pero esa idea se desdibuja cuando constatamos que casi el 10% de ellas llegaban portando síntomas de enfermedad venérea.

 Si bien esto no ha de ser tomado como un cargo contra estas desdichadas ni exime a los rufianes de los maltratos y humillaciones a que las sometían, nos permite acercarnos un poco más a comprender porqué, si con el correr de los años el tráfico se volvió tan intenso, la lucha en su contra fue proporcionalmente tan limitada.

 Podemos apreciar que las campañas que se llevaban a cabo en los países de donde eran arrebatadas, eran más bien usadas como método de control social, apelando en la mayoría de los casos al miedo y no a la información.

 El traslado de prostitutas o mujeres de vida airada hasta estas costas no era, por lo tanto, motivo de grandes preocupaciones para las autoridades de sus países de origen.

 Y recordemos que cuando se trataba, efectivamente, de jóvenes engañadas, éstas eran mayoritariamente campesinas de religión judía, motivo por el cual aquellos gobernantes generalmente infectados de antisemitismo, racismo y discriminación no prestaban mayor atención a dichos acontecimientos.

 Llegadas aquí, los rufianes, las leyes, la autoridad y la sociedad toda, las sometían a un aislamiento mucho mayor que el de los cuartos en que trabajaban y ... ¿vivían?

 Tal vez el imaginario colectivo y las artes en general dieron a estas mujeres el papel de heroínas.

 Los hechos demuestran que el camino hacia su liberación recién llegaría de la mano de otras mujeres también explotadas y humilladas, trabajadoras en fábricas, hilanderías, frigoríficos, cigarrerías y tantos otros empleos, que con el comienzo del nuevo siglo saldrían a luchar por sus derechos.

 Un crimen horroroso
Carolina Metz, era una joven alsaciana, de 20 años de edad, llegada a esta ciudad en 1874 desde Marsella, traída por Bautista Castañet. Fue ubicada en Corrientes 35 y tras la mudanza continuó con su oficio en el 509 de la misma calle.

 Sería asesinada con tal brutalidad, que durante años el relato de estos hechos y la búsqueda y juicio de su supuesto asesino, ocuparía páginas completas en toda la prensa.

 Las súplicas y galanteos de Castañet la convencieron de regresar con él a la antigua casa que ahora el rufián explotaba. Durante estos meses en los que trabajó para su nuevo patrón, trabó relación con un húngaro de apellido Szmeredy. En un hecho muy confuso y del que jamás se llegaron a tener grandes precisiones, el 25 de julio de 1876 el cuerpo de la joven es encontrado degollado en su habitación. Tal vez la ferocidad del crimen, sumada a los hechos y circunstancias que lo rodearon, sirvieron para que la prensa abordara el tema simulando una novela en episodios.


Notas:
1. La Tribuna, I121871 En días posteriores la misma fuente informa sobre la existencia de 96 proxenetas y 280 mujeres que los sirven, 16121871.

2. BISTOW, Edward J., Prostitution & Prejudice, Schocken Books – New York, pág. I 12I 13.

3. El término "esclavas blancas" encierra una visión racista, ya que sufriendo los mismos vejámenes, no se aplicaba a otras mujeres si no eran de origen europeo.

4. En todos los casos, la numeración consignada es la antigua.­

 5. Policía de Buenos Aires, Seccional I °, Libro Copiador de notas N° 13 pág. 241, 4 11871.

 6. Idem, Ibidern N° 16 pág. 151 y N° 17 pág. 213 La tribuna 24 y 28I1872; 1531872. La Prensa 2411872.

 7. Revista Médico Quirúrgica, Buenos Aires, 2331875 pág. 406/7.

 8.Ahora, además del sexo se podría disfrutar de buena compañía disponiendo de un lugar de reunión con elegantes salones, juegos, baile, orquesta, bebida y todo en un mismo lugar. Los prostíbulos que hasta ese entonces se asentaban en los barrios marginales y estaban orientados a obreros, empleados, soldados y un sinnúmero de agentes del delito, daban a aquel ambiente un clima sórdido, oscuro y riesgoso. Ahora colocaban sus luces en el centro de la ciudad, abriendo sus palacios a comerciantes, industriales y políticos que con frecuencia los usaban como punto de sus reuniones.

 9. Guy, Donna, El sexo peligroso, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, pág. 71.

 10. Actual calle Viamonte.

 11. El puente de los suspiros, 2041878.

 12. Según la memoria municipal de 1878 de las 40 casas de tolerancia autorizadas, 31 de estas se encontraban en el barrio de San Nicolás.

 13. Policía de Buenos Aires. Seccional 3°, Libro Copiador de notas N° 29, pág. 389.

 14. La Pampa, 68 I 876 y I 3 I I 883.

 15. AIHCBA Salud Pública. Partes médicos 2621876 y 3 13 I 876.

 16. La Pampa, 3 y 441876.

 17. Muchos de los partes se han perdido pero una gran cantidad se conserva en el Archivo del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Hasta el presente he logrado recopilar 115, que comprenden el periodo 18761888, año de apertura del Dispensario de Salubridad, que termina parcialmente con las visitas domiciliarias.

 18. AIHCBALegajo 191877 Policía de Buenos Aires. Seccional 3°, Libro Copiador de notas N° 29, pág. 389.

* Este artículo fue publicado en “Historias de la Ciudad – Una Revista de Buenos Aires”  (N° 23, Octubre de 2003), que autorizó su reproducción a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.








Pornografía & Necesidad de amar

07-01-2017
Pornografía & Necesidad de amar
La pornografía y la represión de la libertad de amar
Bonifacia Bonobo
Rebelión

El artículo nos muestra como desde la necesidad de amar nuestra estructura social monta una organización donde se limita la libertad de amar en beneficio de la industria y el comercio del sexo. Nos pone ejemplo de sociedades matriarcales como la sociedad bonobo donde lo que prima es el afecto en la relación social y no la propiedad sobre la pareja.


La industria pornográfica es un negocio boyante. Según datos de Forbes, se estima en torno a los 3.500 millones de dólares los beneficios generados por la pornografía sólo en el año 2001 (1). La pornografía es un comercio de éxito, y el producto que vende, principalmente, es el cuerpo de las mujeres, que es cosificado para la excitación sexual del consumidor.

Por otra parte, hoy en día la opinión pública mayoritaria tiende a rechazar el comercio y la cosificación del ser humano, sea hombre o mujer. Entonces ¿no resulta contradictorio el gran éxito del negocio del porno? ¿Por qué se consume tanta pornografía? Seguramente, porque a pesar de la moralidad imperante, el mercado de la pornografía trata de satisfacer un problema de necesidad sexual no resuelta, generado por el tipo de estructura social que se nos ha impuesto.

La mayor necesidad del ser humano, como ser sociable, una vez cubiertas las necesidades básicas de cobijo y nutrición, es la necesidad de amor, en todas sus vertientes, incluida la sexual (2). La necesidad de expresión en cada una de las facetas amorosas es algo variable y que depende de cada persona. Sin embargo, la actual estructura social basada en pequeños núcleos familiares cerrados restringe enormemente la posibilidad de expresión amorosa y el desarrollo de la capacidad afectiva de los seres humanos.

Desde la infancia nos inculcan que lo «normal» es llegar a realizarnos afectivamente formando un núcleo familiar tradicional (3), siguiendo estos principios:

-Unirse a una pareja del sexo opuesto, a ser posible de por vida.

-Ser «fiel» a esa pareja afectiva y sexualmente, a ser posible de por vida.

-Procrear con esa única pareja y que ambos miembros de la pareja se hagan cargo en exclusividad de los hijos.

Es posible que el origen de este tipo de estructura familiar se encuentre en las antiguas sociedades patriarcales agrícola-ganaderas, en las que para sobrevivir era importante salvaguardar las propiedades, es decir: las tierras, las vacas, las ovejas, las cabras, el caballo, las gallinas, la mujer y los hijos de esta. Para ello somos adoctrinados durante toda nuestra vida. Consecuencia de la interiorización de esta doctrina y de que la mayoría funcionemos en forma de «parejas»: sólo está permitido expresarse afectiva y sexualmente con una única persona. Si no, eres «infiel».

Y si ya no funciona la comunicación afectiva con esa persona que se eligió como pareja -porque antes o después, al final todo el mundo se aburre de comer siempre lo mismo-, se puede elegir entre:

1.- Aguantarte, frustrarte, y respetar la norma de «fidelidad» y de «propiedad sobre la pareja», aunque tus necesidades afectivas y sexuales no queden cubiertas.

2.- Pasar por el trauma de romper la pareja y lanzarte en solitario a buscar una posible siguiente pareja.

3.- Tratar de satisfacer tus necesidades afectivas y sexuales de forma clandestina, ocultando, mintiendo y engañando a tu pareja, mientras mantienes encuentros sexuales y/o afectivos con otra/s persona/s.

4.- Consumir algún producto sustitutivo que trate de satisfacer tus necesidades afectivas y sexuales frustradas y no cubiertas en el ámbito de la pareja.

5.- Intentar sublimar las necesidades afectivas y/o sexuales frustradas hacia otros ámbitos, como pueden ser la creatividad artística o la espiritualidad. Y si la sublimación no funciona, siempre queda descargar la frustración en forma de violencia hacia otros seres, sea física o de otro tipo.

Hoy en día, a parte de por inercia, seguramente interesa mantener este tipo de estructura social porque es mucho más fácil «gobernar, dirigir y manipular» a pequeños núcleos familiares aislados entre sí, que no a otras alternativas de convivencia entre humanos. Esta imposición es artificial, represiva y no respeta la diversidad de necesidades afectivas de los seres humanos. Habrá personas que tengan una tendencia monógama de por vida, habrá personas que sean capaces de amar a más de una persona a lo largo de su vida, de forma simultánea o no, y con independencia de su sexo, su edad (no menores), o su raza.

Debería darse la libertad para elegir. Si se eligió la opción de formar una pareja, ¿por qué no hablar abierta y sinceramente de las necesidades afectivas y sexuales de cada uno con el fin de llegar a acuerdos que satisfagan a ambos miembros de la pareja? Y si se decide no formar una pareja, ¿por qué no aceptar como igualmente válidas otras alternativas de unión afectiva entre los seres humanos?. La vida ya es bastante corta y difícil, como para que además, se nos restrinja la necesidad de amar.

Esto es un gran perjuicio para una especie animal, como es el ser humano, que necesita tanto del amor y del contacto físico para sobrevivir y desarrollarse en plenitud. De ahí que algunas personas, que tienen una mayor tendencia a satisfacer la necesidad afectiva a través del sexo, se vean obligadas a optar por evacuar su frustración consumiendo productos pornográficos. De forma paralela, también otras personas vehiculizan sus frustraciones afectivas hacia otros tipos de consumismo.

No hay como tener a la población frustrada e insatisfecha para que se dediquen a consumir de forma bulímica y compulsiva. Una posible alternativa a la organización social en forma de núcleos familiares cerrados, podría ser un grupo o comunidad de personas que se permitiesen amarse entre sí sin restricciones, cada uno como prefiera, sin que existiese el principio limitante de la «propiedad sobre la pareja». El grado de cohesión afectiva de este grupo de personas seguramente sería mucho mayor que el que existe entre personas que no forman parte de un mismo y pequeño núcleo familiar.

Al menos, mayor de lo que se aprecia en la sociedad actual, en la que parece que lo que le pueda suceder a la «gente» que no forma parte de tu pequeña familia, poco importa. También la capacidad de supervivencia se incrementa para un grupo de personas cohesionadas afectivamente, en comparación a la que puedan tener dos personas aisladas y sus hijos. En consecuencia, un grupo cohesionado afectivamente tiene mayor capacidad de defenderse y resulta menos manipulable.

Este sería es el estado primitivo y original del ser humano, vivir en tribu (organización social previa a la existencia del estado). De hecho, la estructura social tribal, en forma de comunidades autogestionadas, resulta muy similar al tipo de estructura social que presentan la mayoría de lo grandes simios (4), como el gorila, el chimpancé común y el bonobo o chimpancé pigmento, que viven en grupo. No obstante, el tipo de jerarquía o estructuración del grupo en el caso de los grandes simios admite variantes. Especialmente llamativa resulta la comparación entre el chimpancé común y el bonobo.

Ambas especies componen el género de los chimpancés y son los primates genéticamente más similares al ser humano, pero mientras la sociedad del chimpancé común es patriarcal, competitiva y resuelve sus conflictos mediante la violencia y la imposición (de forma similar a la sociedad humana), la sociedad bonobo es matriarcal, colaborativa, pacífica y resuelve todos sus conflictos por medio del afecto y el contacto físico.

«Tanto el chimpancé común como el bonobo evolucionaron del mismo ancestro que dio lugar a los humanos, y sin embargo el bonobo es de las especies más pacíficas y no agresivas de mamíferos que hoy día viven en la tierra. Han desarrollado vías para reducir la violencia que permean toda su sociedad. Nos muestran que la danza evolutiva de la violencia no es inexorable.»

(Cita del artículo de Richard Wrangham R y Peterson D, « Apes and the Origins of Human Violence», 1996 )(6).

Notas:

(1) http://www.forbes.com/2001/05/25/0524porn.html

(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Pir%C3%A1mide_de_Maslow

(3) https://es.wikipedia.org/wiki/Familia_nuclear

(4) https://es.wikipedia.org/wiki/Grandes_simios

(5) https://es.wikipedia.org/wiki/Pan_paniscus#Caracter.C3.ADsticas_psicol.C3.B3gicas

(6) Wrangham Richard y Peterson Dale. Demonic males. Apes and the Origins of Human Violence. Consultado en: http://www.washingtonpost.com/wp-srv/style/longterm/books/chap1/demonicmales.htm

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.



La sociedad monetarista propicia la trata de personas: UPAEP

La sociedad monetarista propicia la trata de personas: UPAEP
UNIVERSIDADES   /    Jaime Zambrano  |  Lunes, Diciembre 26, 2016
Los tratantes creen que incluso los cuerpos se pueden vender y comprar, y las víctimas provienen, en su mayoría, de condiciones de vulnerabilidad económica, señala la directora de la Facultad de Psicología
 
El camino para acabar con el problema de la trata de personas, entre ellas, de mujeres y de niños, es terminar con lademanda económica de servicios sexuales y con el pensamiento de que todo se puede conseguir con dinero.

Así lo explicó Teresa González Herrera, directora de la Facultad de Psicología de la Universidad Popular Autónoma de Puebla (Upaep), quien resaltó en los tratantes existe un pensamiento de “cosificación” de las personas, mientras que en las víctimas fueron “enganchadas” por problemas en la familia y círculos cercanos.

“Las víctimas no saben que serán víctimas de trata y si la misma familia las está expulsando o les dan razones para salir, es un punto por trabajar para prevenir los casos”, comentó.

Para la investigadora, el problema se podrá erradicar cuando termine la demanda de servicios sexuales, que no se reducen a una población porque una persona víctima de trata pudo ser “enganchada” en Puebla y tiempo después aparece en Nueva York.

“Las campañas de los gobiernos trabajan para erradicar la trata de personas como si el problema surgiera solito. En larealidad existe alguien que paga por determinados servicios y hay quien los ofrece. Tenemos que trabajar en la educación de los hombres, quienes se encuentran en una sociedad en la que creen que pueden comprar cuerpos, comprar amor. Nadie habla de eso. Si nadie paga por servicios, entonces, el problema se terminará”, comentó.

La académica de la Upaep reconoció que el problema de la trata de personas es multifactorial  y los individuos que operan las redes entienden la vida con el único interés de hacer un negocio.

“El perfil de los tratantes es cosificante, entienden la vida como una cosa. Ellos consideran que no están haciendo nada malo, están haciendo negocio. Para ellos, la vida de las personas no es algo que se deba respetar. Son personas con rasgosantisociales”, comentó.

Respecto a las personas que son víctimas de la trata, su perfil es de vulnerabilidad por diferentes factores, entre ellos, la falta de una figura masculina en casa o que están buscando protección.

“Las víctimas tienen un perfil y con facilidad son enamoradas. Las víctimas entran en diferentes dinámicas en donde se identifican perfiles de vulnerabilidad, de dependencia. Las víctimas encuentran en el tratante un momento de seguridad pero no se dan cuenta de la realidad”, finalizó.


http://www.e-consulta.com/nota/2016-12-26/universidades/la-sociedad-monetarista-propicia-la-trata-de-personas-upaep

Hablemos del prostituidor

Hablemos del prostituidor
Escrito por Vicent Canet, periodista i home per la igualtat
Normalmente cuando abordamos el fenómeno de la prostitución lo hacemos pensando en las prostitutas: el debate gira alrededor de la posibilidad regularlo o no como un trabajo más. Rara vez hablamos de quien demanda sexo de pago.

Y más extraño es aunque se le presente como el origen del problema: sin alguien dispuesto a pagar, no podría existir un mercado de "servicios sexuales" ni quien se ofreciera. Por eso, desde algunas perspectivas feministas denominan prostituidor al cliente: para visibilizar que sin la demanda la prostitución no sería posible.

No voy a entrar en el interminable debate sobre si es una profesión legítima o una forma de esclavitud, no es el motivo de este artículo. Ya hay muchos y muy interesantes análisis que abordan este tema desde diferentes perspectivas. Mi interés está en focalizar la atención en el prostituidor a partir de los datos y conceptos que ya generan consenso. Todos y todas coincidimos en que hay prostitución forzada (algunos afirman que al 90% de las personas prostituidas) que afectaría a miles de mujeres en situaciones de pobreza y marginalidad que venden su cuerpo a otras personas a cambio de dinero y contra su voluntad.

Una doble discriminación de género y clase

Por otra parte, si las mujeres son el 90% de las personas prostituidas, los hombres son el 95% de los clientes (incluso cuando los prostituidos son hombres hay más consumidores hombres que mujeres). Hay, por tanto, un innegable sesgo de género. Sí, también hay mujeres que consumen pero cuando los hombres son más del 90% de los que compran sexo es que hay un evidente factor de género: el machismo considera que los hombres tienen una incontenible voracidad sexual que se convierte en casi un "derecho". La sexualidad masculina, la que promueve el machismo y el patriarcado, hace los hombres más proclives al sexo por pago que a las mujeres. Y, si bien la prostitución es un fenómeno que parte de una doble discriminación: de género y de clase, suele ser la de género la que más se invisibiliza cuando es la más evidente (95% de clientes hombres!).
Por lo tanto, la prostitución se configuraría como la forma en la cual el sistema patriarcal garantiza a algunos (principalmente hombres) que algunas (principalmente mujeres y de clase baja) estarán siempre disponibles sexualmente a cambio de dinero. Insisto, se los garantiza casi como un "derecho": es decir en un sistema de opresión como el patriarcado se lo garantiza como un abuso, un privilegio y una forma de dominación. El sexo convertido en mercancía es la naturalización de una forma de violencia en un sistema que de forma habitual ejerce violencia de clase y de género.

El papel de la sexualidad masculina (machista)

"Si no hubiera prostitución, habría más violaciones" es un argumento clásico para defender su existencia de la prostitución y se añade que tendría, incluso, una "función social" de contención a la supuesta (y construida socialmente) voracidad sexual del "macho". Es, con todo, una frase que pone en evidencia (de forma probablemente inconsciente) lo que es la prostitución: una agresión sexual (contra mujeres de clase baja) consentida socialmente, por el patriarcado, a cambio de una compensación económica. Y que, además, evitaría que estas "violaciones" a mujeres se generalizasen porque, pretendidamente, los hombres tienen que tener una sexualidad incontenible, depredadora, competitiva y agresiva. Estas son las características que el machismo ha atribuido a los hombres, pero sabemos que la sexualidad masculina puede ser también igualitaria.
Si bien un 27,3% de los hombres españoles había mantenido alguna vez en la vida relacionas sexuales pagadas, según la Encuesta de Salud y Hábitos Sexuales del INE de 2003, sólo un 6,7% lo había hecho durante el año anterior. Por otro lado, según el informe Apoyando a las víctimas de trata cerca del 50% de los hombres consideran la prostitución como una forma de violencia y el 30% estaría de acuerdo con penalizar al cliente.

Ética capitalista en las relaciones

A todo esto, se tiene que sumar el contexto en que la prostitución se desarrolla, y que la hace aceptable socialmente para muchos, que es la ética de mercado. Todo se compra y se vende. La ética capitalista del consumo no sólo afecta a las mercancías: traspasa esa frontera e impregna, desgraciadamente, a las relaciones humanas. El prostituidor en vez de optar por relaciones igualitarias, libres y consentidas -que siempre son más complejas- los usuarios de la prostitución optan por la "simplicidad" de la relación de consumo, previo pago, que objectualiza a la otra persona a la que no tiene que tener en cuenta porque, al pagar, le debe sumisión.
Hay tipo de hombre que opta para usar la vía económica para poder seguir manteniendo una relación dominación en un contexto que demanda cada vez más igualdad. Son hombres difusamente machistas que se encuentran desorientados y que recurren, sin más reflexión, a lo que les proporciona un sistema individualista para satisfacer su voluntad de dominio: una mercancía que satisfará todos sus deseos, en este caso sexuales. La prostitución se constituye, entonces, en un refugio de la masculinidad más patriarcal a partir de una relación impersonal en la que el cliente no se preocupará de si la prostituta con que se relaciona está esclavizada.

Una forma de violencia machista

La prostitución es una forma de violencia: de violencia económica, de violencia sexual y de violencia machista. Y aquí reside el papel clave que puede desarrollar el movimiento de hombres por la igualdad: de denuncia pública de esta situación de violencia machista, de questionar el papel del prostituidor y de plantear modelos de sexualidad masculina igualitarios. Debemos, sobre todo, poner el foco en los que crean la demanda: en el prostituidor. Hacerlo es necesario para comprender el fenómeno, así como el cambio en la sexualidad masculina y nuevos referentes en las relaciones son fundamentales para abordarlo, más allá de si se quiere regular o abolir la prostitución.

Una sexualidad masculina más igualitaria, a buen seguro, reduciría de forma radical la dimensión de esta esclavitud sexual. Si el hombre es parte del problema, también lo es de la solución: sin demanda masculina de servicios sexuales podria acabar desapareciendo la trata con finalidad de explotación sexual. Es un reto que sólo se puede abordar desde el feminismo y en el cual los hombres por la igualdad tenemos mucho que aportar.


http://www.laindependent.cat/index.php?option=com_content&view=article&id=6030%3Aparlem-del-prostituidor&catid=307%3Anoves-masculinitats&Itemid=236&lang=es

“Las políticas económicas neoliberales aumentan el trabajo gratuito de las mujeres”


26 mayo de 2014
“Las políticas económicas neoliberales aumentan el trabajo gratuito de las mujeres”

Es docente, investigadora y, sobre todo, militante por los derechos de las mujeres. Fue asesora ministerial en el gobierno de Rodríguez Zapatero. Aquí, advierte sobre las consecuencias que provocan en la lucha por la igualdad de los géneros los planes de ajuste en su país y Europa toda. También se suma al debate en torno de la prostitución. Y analiza qué cambió en España con la ley contra la violencia de género.

A su paso por Buenos Aires, adonde vino invitada por una organización regional de mujeres, Cladem, Rosa Cobo Bedia se explayó sobre las consecuencias de los planes de ajuste sobre la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, el debate en torno de la prostitución –¿trabajo o explotación sexual?– y los cambios que trajo la ley contra la violencia de género sancionada una década atrás en España, entre otros temas.

–¿Cómo están afectando las políticas económicas neoliberales en Europa la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres?

–Europa ya está metida de lleno en las políticas económicas neoliberales. Tienen muchos efectos. Pero hay dos básicos, que se pueden identificar analíticamente. El primero de ellos es que aumenta el trabajo gratuito de las mujeres. En la medida en que el Estado abdica de las funciones que hasta ese momento desempeñaba, esas tareas se desplazan a las familias, donde son las mujeres las que las asumen. Se trata de invisibilizar ese proceso de desplazamiento. Al mismo tiempo, han bajado muchísimo los salarios y, entonces, las familias de clase media tienen que prescindir de una ayuda doméstica y esas tareas pasan a hacerlas las mujeres. También con menos dinero en los hogares se tiende a preparar otro tipo de comidas, ya no un bife, sino platos más elaborados que son más baratos pero demandan más trabajo. Las que cocinan suelen ser las mujeres. Del 2003 al 2014, el trabajo gratuito de las mujeres en España ha subido un 4,3 por ciento. Es un dato paradigmático. Imagínese un país de América latina, como sucedió unos años atrás en Perú o en Brasil, que tenga un crecimiento anual de esa magnitud. Ese trabajo gratuito de las mujeres aumenta sobre otro fenómeno, que también es históricamente nuevo, y es el ingreso masivo de las mujeres al mercado laboral. Por lo tanto, tienen la doble jornada laboral.

–¿Cuál es el segundo efecto?

–Las mujeres hemos entrado al mercado laboral a partir de los años ’60 y ’70, en un proceso de pérdida de derechos para los trabajadores y de reducción muy significativa de los salarios. En 1973, a partir del golpe militar de Pinochet, Chile se convierte en el primer laboratorio donde se aplican las políticas económicas neoliberales; después fue Argentina, Inglaterra... La reducción de los salarios en los últimos veinte años ha sido de muerte. Es decir, las mujeres entran al mercado laboral en la misma posición que tienen en la sociedad: en una posición de clara desigualdad con respecto a los varones. Las mujeres son mayoría en los trabajos de tiempo parcial, en la economía sumergida, en los empleos más precarios, tienen mayor presencia en las maquilas más descalificadas. La mayor parte de los salarios de pobreza son femeninos. El paradigma que lo explica con muchísima claridad es el de las maquilas. Se tiende a pensar que están sólo en Centroamérica y en el Sudeste asiático. Es muy falso: las maquilas están invadiendo el mundo entero. En España también las tenemos. Los dos grandes fenómenos que explican la posición de explotación de las mujeres son la maquila por un lado y la prostitución por el otro. Son las dos metáforas explicativas de la suerte de las mujeres en el siglo XXI. Hay otro efecto que ya no tiene que ver exclusivamente con las mujeres pero que también puede tener una lectura feminista, y es que han ensanchado el mercado y han reducido muchísimo la capacidad de maniobra del poder político, para poder gestionar el mercado en clave social demócrata, keynesiana, de redistribución económica. En términos generales, las políticas económicas neoliberales están aumentando muchísimo la desigualdad social en clave de un abismo entre pobres y ricos, un fenómeno que era completamente desconocido en Europa desde hacía tantísimas décadas. Es un proceso que está más vinculado a la revolución del siglo XIX, con aquel capitalismo que explotaba de una forma inmisericorde, que con cualquier otro momento que haya ocurrido en el último siglo.

–Mencionó a la prostitución... ¿Qué opina de la postura de algunas organizaciones que sostienen que hay que regularlo como un trabajo?

–Es un debate complicado que está presente en muchas partes del mundo y desde luego ha logrado instalarse en un lugar marginal, pero finalmente en un lugar de la agenda política de los países europeos. Y por el mismo motivo está en el centro del escenario político feminista, sin ninguna duda. La mayor parte del feminismo se inclina por la consideración de que la prostitución es una forma de explotación de las mujeres. Adhiero a esa mirada. También es cierto, y hay que tener en consideración que los países que tienen estados de bienestar más desarrollados en Europa, como es el caso de Suecia, Noruega, Finlandia, Islandia, han llegado a la conclusión de que es una forma extrema de explotación sobre las mujeres. Y están haciendo políticas públicas orientadas a penalizar al cliente y a poner sobre la mesa políticas y recursos que hagan posible que mujeres que están viviendo de la prostitución puedan salir de ella. Es importantísimo poner de manifiesto cómo el feminismo está intentando desplazar el foco de la mujer prostituida al varón prostituidor, al putero, al que se llama cliente, a mi criterio, de una forma bastante blanda. No creo que haya que llamarlo así, porque es reconocer una relación comercial.

–Voces que defienden la prostitución como trabajo fundamentan su postura en el derecho a decidir sobre su propio cuerpo de las mujeres, el mismo argumento con el cual desde el feminismo se defiende el derecho al aborto. ¿Qué responde a ese planteo?

–Hay elección cuando hay posibilidades de elegir. Cuando no hay posibilidades de elegir, no. Una mujer extremadamente pobre, con pocos recursos culturales y que ha sido abusada sexualmente en su infancia –porque la mayoría de las mujeres que ejercen la prostitución lo ha sido y es un aspecto que no se dice–, ¿qué posibilidades de elección tiene? Lo que hay son circuitos semiinstitucionalizados por los que transitan las mujeres para la prostitución, que son los mismos por los que transitan las armas, las drogas, los órganos. Las mujeres van de los países más pobres a los más ricos, y siguen esos circuitos. No se puede decir alegremente que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, porque la mayor parte de las mujeres que la ejercen no quieren ejercerla. No pongo en discusión que haya grupos reducidísimos de mujeres que ejercen la prostitución que lo consideren como un trabajo. Dirigí un trabajo de investigación entre 2010 y 2013, financiado por el Instituto de la Mujer en España. En ese marco hemos entrevistado a mujeres que ejercen la prostitución y ninguna de ellas quiere ejercerla. Lo hace porque sencillamente es una posibilidad segura de obtener recursos y mucho más en momentos en que el mercado laboral se ha reducido hasta extremos insólitos. A las mujeres les queda ese recurso para poder vivir, como a gente de poblaciones pobres vender un riñón. Que sea así no quiere decir que sea aceptable. No podemos renunciar a construir una imagen de cómo queremos que sea el mundo. Desde el punto de vista ético y social, no me parece que en esa imagen haya grupos de mujeres para uso sexual de todos aquellos varones que quieran hacerlo. Una ley envía un mensaje a la sociedad. Cuando se legaliza la prostitución se envía el mensaje a todas nuestras mujeres jóvenes –yo estoy pensando en mi hija, de 12 años– de que se trata de una actividad aceptable. Desde luego no quiero que mi hija ni que todas las jóvenes –porque son las jóvenes básicamente las que van a nutrir ese campo– reciban como mensaje que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, porque sencillamente no lo es.

–¿Qué secuelas deja la prostitución en las mujeres?

–El uso de alcohol y de drogas es altísimo en ellas. Cuando las entrevistás, te dicen que tienen que beber y tomar drogas porque se les hace insoportable el acostarse con un hombre y luego con otro y luego con otro. Además, es una actividad que desgasta muchísimo porque mientras se acuestan con los hombres tienen que tener unos niveles de control fortísimos para que no se sobrepasen, no utilicen violencia, para que estén el tiempo que tienen que estar, para que no las obliguen a hacer cosas que no quieren hacer. Es un desgaste psicológico extremadamente fuerte y es un proceso de desempoderamiento brutal. Muchas de ellas no utilizan esta palabra pero el significado es ése.

–¿Qué intereses hay detrás de los planteos de legalización y sindicalización de la prostitución?

–Lo voy a decir de esta manera: hay momentos en que cuando no se puede hacer desaparecer fenómenos sociales que son extraordinariamente duros para los que los tienen que vivir, se trata de optar por salidas que mejoren sus condiciones de vida. Pero ya tenemos datos claros y rotundos, como los informes que se han publicado después de tantos años de legalización en Holanda, que sostienen que con la legalización de la prostitución no han mejorado las condiciones de vida de las mujeres que la ejercen. Por lo tanto, no debemos olvidarnos de ese argumento. Si la tendencia es a desnormatizar las relaciones laborales de sectores cada vez más amplios de trabajadoras y trabajadores, a que no haya contratos –le llaman flexibilización–, me pregunto ¿cómo es posible que les vayan a hacer contratos a las mujeres que ejercen la prostitución, sobre todo, si como ocurre en Europa la mayoría no tienen papeles porque son inmigrantes? Su vida no mejora. Lo que mejora con la legalización es la vida de los traficantes, de los dueños de los burdeles y de los varones que saben que tienen cuerpos que son mercancías a su disposición.

–¿Qué cambió en España en la última década en relación con la violencia de género a partir de las leyes que se aprobaron para sancionarla e implementar otras medidas para su prevención?

–A partir de 2004 se empiezan a hacer políticas públicas de igualdad de género y, en ese marco, se aprueba una ley contra la violencia de género. Había más expectativas en torno de esa ley de las que finalmente logró satisfacer. Lo más importante, creo, es el mensaje que se envió a la sociedad de que la violencia contra las mujeres no es aceptable desde el punto de vista moral y social. El umbral de tolerancia se bajó. Eso ha sido muy bueno. Se convirtió, además, en un tema de debate social, político y público, un tema que se consideraba privado. El problema se hizo visible para mucha gente, para la cual hasta ese momento era invisible. La ley tiene una parte impositiva, que se centra en el castigo al agresor, y otra, propositiva, que señala que la violencia contra las mujeres no puede desaparecer si no se hacen políticas de prevención, que tienen que ver con educación sexual en las escuelas, con introducir en los estudios primarios, secundarios y universitarios el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres. Hay violencia porque hay desigualdad. Esa parte es la que no se ha cumplido. Ahí también tenemos que decir que la derecha ha sido extremadamente beligerante contra las políticas de prevención. Nunca aceptó introducir la educación sexual en la currícula escolar. En los últimos tiempos, que han sido los peores en España desde que se reinstauró la democracia, como las políticas de ajuste han sido brutales, han desaparecido completamente las políticas sociales y los recursos para las mujeres –aunque no sólo para ellas–. Con lo cual la ley contra la violencia de género se está vaciando de contenidos.

–En Argentina se observa una exacerbación de la violencia hacia las mujeres, con casos que se repiten de mujeres quemadas vivas por sus parejas o ex parejas. ¿Se observa el mismo fenómeno en España? ¿A qué cree que puede responder?

–Podríamos hablar de un canon de violencia patriarcal, que es el de un varón que considera que su pareja es de su propiedad –como en el siglo XIX, cuando no teníamos muchos derechos civiles– y frente a la posibilidad de que ella pueda tener voz, autonomía, pueda irse, utilizan variadas formas de violencia, que en algunos casos desembocan en el asesinato. Ese es el canon de violencia patriarcal que estamos acostumbradas a ver y hemos logrado identificar analíticamente las feministas, y a partir de lo cual hemos generado mucha conciencia e introducido en la agenda política de muchos países. Después, hemos visto que ha habido un surgimiento de nuevas formas de violencia patriarcal. Estoy pensando en los femicidios de Ciudad Juárez, en cómo están aumentando en algunos lugares de Centroamérica los crímenes de mujeres los fines de semanas, adolescentes que se van por ahí a tomar una copa y varios varones las violan colectivamente, y en algunos casos las matan. En maras, en Centroamérica, para que algunas mujeres puedan acceder como miembros de pleno derecho se las obliga a pasar por vejaciones, desde tener relaciones sexuales con los jefes hasta aguantar golpes. Es decir, están surgiendo formas de violencia perpetradas por un varón que no es la pareja de la víctima. Se puede interpretar de esta manera: las mujeres hemos logrado a partir de los años ‘70 más libertad, más igualdad, más autonomía, más independencia económica y por primera vez en la historia –y esto es inédito– podemos decir no a los varones. Y no sólo que podemos decirlo, sino que lo decimos. Las tasas de divorcio son altísimas en muchas partes del mundo, sobre todo en sectores de clase media y media baja. Y no sólo en Europa. Las tasas de natalidad, además, han descendido. Son maneras de decir que no al concepto de familia patriarcal tradicional. Parece que los varones no pueden aceptar ese proceso: que las mujeres les digan que no. Por ejemplo: el 13 por ciento de las mujeres alemanas no quiere tener hijos y no los tienen. Es completamente inédito. Parece que en la medida en que las mujeres ganamos derechos y podemos decir que no a los varones individualmente, los varones colectivamente responden con un tipo de agresividad y de violencia que no estaba en la manera de relacionarse los hombres y las mujeres. No tiene sentido como hecho aislado tomar a una mujer, torturarla, violarla, meterla en cal viva, porque los actos de violencia tienen siempre una dimensión instrumental. Es decir, yo ejerzo violencia contra alguien porque eso me va a producir beneficios. Y, sin embargo, estos actos aparentemente no tienen esa dimensión instrumental. Solamente la tienen si la miramos dentro de un contexto más amplio. Las víctimas de los feminicidios de Ciudad Juárez son mujeres que han salido del dominio masculino, van por las calles, por las noches a los bares, tienen una vida autónoma. Ese es el telón de fondo de esos asesinatos. Una violencia de esas características hace que tu padre, tu hermano, tu novio, te vayan a buscar al trabajo, a la escuela, y que muchísimas menos mujeres salgan a la calle solas sobre todo en determinadas horas. Hace que ellas no tengan la confianza para salir solas.

–¿Por qué si las conquistas que han logrado las mujeres en las últimas décadas tienen que ver con las luchas feministas, el feminismo sigue teniendo tan mala prensa?

–Porque es una teoría crítica de la sociedad que trata de poner en cuestión un sistema de dominio y es el que establecen los hombres colectivamente sobre las mujeres. Todas las teorías críticas de la sociedad siempre generan mucha resistencia social y rechazo por quienes no se benefician: ocurrió con el marxismo, el anarquismo, el ecologismo en países como Brasil y Costa Rica. El caso del feminismo es más grave porque, como decía un filósofo francés del siglo XVII, los hombres son juez y parte al mismo tiempo. Los varones ven amenazados sus privilegios y el feminismo los interpela directamente en la cara y les dice que los privilegios se tienen que acabar, y ellos responden que no son tales, que responden a un orden natural de las cosas. Nadie quiere que le dejen de hacer la cama, de cuidar los hijos, de desarrollar su carrera profesional, ir a jugar a las cartas, a tomar, o compartir las listas electorales de los partidos y el poder, que está en el centro de todo esto. El patriarcado ha subsistido con órdenes económicos muy distintos, pero creo que es un momento histórico muy especial y que hay una alianza a muerte entre patriarcado y neoliberalismo porque las mujeres somos las trabajadoras idóneas para un nuevo mercado laboral sin contratos, para personas intercambiables. Y las mujeres hemos sido definidas como intercambiables siempre. No sé acá, pero en España se decía: “Lo que puede hacer una mujer lo puede hacer otra”, que es una manera de decir que no se requiere calificación profesional ni transformación cultural. En las maquilas puede trabajar cualquiera porque se repite siempre lo que hay que hacer. El feminismo es la teoría crítica que interpela más profundamente los cimientos de la sociedad porque no está pensando en lo público sino también en lo privado. No solamente queremos tener un trabajo bien pagado, entrar en la política y participar en todos los poderes fácticos, sino que además vamos iluminando las relaciones de poder que tienen lugar dentro de las familias.


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