domingo, 30 de julio de 2017

Rita Segato: ¿Cómo terminar con la guerra de conquista permanente?



Rita Segato: ¿Cómo terminar con la guerra de conquista permanente?
19 Julio, 2017    

Invitamos a la antropóloga y escritora Rita Segato a participar de un plenario con todos los programas de la radio. Una instancia interna de formación e intercambio. Queremos compartir parte de lo que dijo, tanto por su potencia como por la urgencia de sus conceptos.

Para hablar de la pedagogía de la crueldad hay que hablar de dos proyectos de mundo. Uno es el proyecto de las cosas, donde somos consumidores. El otro es el de los vínculos, el proyecto que produce comunidad.

En el mundo de las cosas, los valores son la productividad, la competitividad, el cálculo de costo-beneficio, la acumulación y la concentración.

Sin embargo, en simultáneo conservamos los vínculos, la amistad, que es una característica muy fuerte de la Argentina. Todavía se invierte en la institución de la amistad. En otros países la conversación es una pérdida de tiempo.

La pedagogía de la crueldad es la que convierte la vida en cosa. La que nos enseña todo el tiempo que los cuerpos y la naturaleza son cosas. Es la pedagogía que nos lleva progresivamente hacia el proyecto del consumo.

Esa batería de gestos de la pedagogía de la crueldad tiene como correlato una disminución de la empatía, de la sensibilidad hacia el sufrimiento de los otros. Esta escalada es una característica que se ve como nunca en este tiempo.

Un ejemplo es lo que ocurre con la película “La Naranja Mecánica”: fue prohibida en su momento porque se la consideraba la más violenta de la historia y hoy es una comedia. Es un termómetro de cómo ha cambiado nuestra piel, nuestra sensibilidad a la crueldad. Hoy, sus escenas más violentas nos hacen reír.

Hay otra educación que es contraria a la pedagogía de la crueldad que te dice que en el lugar de esa persona puedo estar yo. Eso es un enunciado que está ausente hoy. Cada persona tiene su lugar y esos lugares no son conmutables.

Cámaras rapiñadoras

¿Cómo tratar mediáticamente el feminicidio? Hoy la lente mediática muestra al agresor como un monstruo. El monstruo es un sujeto potente. Y del lado del mandato de la masculinidad la potencia es el principal valor. Es un mandato de exhibición, de espectacularización de potencia. Y eso genera una gran convocatoria para ocupar ese lugar. Hay una identificación con esa figura que reinstala la jerarquía patriarcal a través de la violencia extrema. Es un doble discurso de los medios.

¿Qué hace la cámara de Tinelli? Es una cámara rapiñadora. Llama al público y le dicen que se encuentran del mismo lado que el ojo. Los convoca a la posición del ojo que mira a través de la lente. Pero los engaña: el público está del lado del cuerpo rapiñado. Es una ilusión de estar del lado del poder que escrutinia los cuerpos, los rapiña, los captura, los devora. Pero eso es mentira. ¿Sos la basura o estás del lado del que maneja las riendas de la cámara? Esa es la pedagogía de la crueldad. Enseñar a gozar con el sufrimiento del otro. Es muy afín a la pedagogía militar.

La corporación masculina

El debate sobre la prostitución es muy difícil. Pero, ¿qué es la prostitución en la era de la industrialización de los cuerpos? Es la primera pedagogía que enseña el cuerpo-cosa. Hace poco participé de una mesa con una referente sindical de las meretrices. Yo la respeto, no me gusta la censura. Respeto siempre y cuando se haya reflexionado de manera amplia sobre el tema. Porque la prostitución tiene una historia. A lo largo del tiempo ha cambiado su significado, su papel. Mantener a la prostitución a salvo de su captura como pedagogía de la dirección del proyecto histórico de las cosas hoy es prácticamente imposible. Al mismo tiempo creo que es imposible dejarla protegida de los adueñamientos.

Cuando se levanta la prohibición de la prostitución en Argentina, se vuelven a abrir los burdeles en las inmediaciones de los cuarteles. Cuando llega un recluta a trabajar a un pozo petrolero de la Patagonia, lo primero que hacen es llevarlo a un burdel. Lo mismo ocurre en la zona de los valles calchaquíes con los emprendimientos mineros. Las empresas compran casas en barrios pobres para instalar burdeles.

El sentido común dice “es por la libido masculina”. Es un verso. Entrevisté muchísimos violadores y el tema del deseo sexual surge muy poco. El burdel es la pedagogía necesaria para aprender a ver un ser humano como cosa. Es la pedagogía de la crueldad por excelencia. Además crea alianza masculina. Genera corporación. La corporación masculina se consolida mediante una víctima sacrificial, que es esa persona transformada en cosa.

Hay que ser conscientes de que la radio genera algo muy distinto a la corporación. La corporación no es una comunidad. Es lo opuesto a la comunidad. En la comunidad existen los grupos corporados, se trata de una categoría antropológica en la que las personas pueden hacer una minga; pueden cooperar en una misma tarea. Pero cuando se hace la transición a un a sociedad de masas, ese grupo corporado se transforma en una corporación. Una corporación es una entidad donde surge un familismo amoral, donde surge la idea de que la principal lealtad es la corporación y esa lealtad a la corporación se encuentra por encima de cualquier otra lealtad o cualquier otro valor.

La masculinidad es una corporación, hay que demostrar merecer el título de la membresía de esa corporación y ahí entra la exhibición de una capacidad de crueldad. Esa es la base del mandato de masculinidad. El mandato de género también se realiza dentro de las propias jerarquías de la masculinidad. La jerarquía de la masculinidad tiene una estructura afín con la estructura militar y policial. ¿Dónde encontramos la punta del hilo para deshacer esa madeja?

La guerra neurobélica

Este año estuve en Buenaventura, en la costa pacífica colombiana, donde se está haciendo un complejo portuario de tres puertos y un complejo hotelero para hospedar a los empresarios que iban a negociar el tratado transpacífico. En ese lugar, vive una población negra que tiene derecho constitucional a habitar esa región. Para sacar a esa población de ahì hacen atrocidades, para que la gente abandone sus lugares ancestrales. así aparece el fenómeno de “desplazados”. Asustan a la gente para tomar sus territorios. ¿Cómo se termina con la guerra? No se termina con un pacto entre las FARC y el gobierno colombiano, porque es otro tipo de guerra. es una guerra de conquista permanente. Es falsa la idea de que la conquista se cerró, la conquista está en curso. ¿Cómo se termina con esta guerra? Hay que pensarlo, pero no de una forma que nos haga llegar a tomar decisiones autoritarias.

Últimamente hablo mucho del autoritarismo y de la utopía. No uso la palabra utopía, porque la utopía es un diseño de futuro que tiene que ser así. No tiene que ser una idea cerrada de futuro la que guíe nuestra acción. El camino tiene que ser visto desde lo que ya sabemos, desde la historia y desde donde estamos. Si hay una utopía viva es que la historia es impredecible, es puro acaso, es incontrolable. La libertad es la imprevisibilidad de la historia.

Para responder esa pregunta sobre cómo se para esa guerra, la respuesta es “desmontando el mandato de masculinidad”. Porque es el mandato de masculinidad que ofrece mano de obra bélica, que deja a los niños y jóvenes hombres preparados para ser contratados de manera informal o formal y “programados neurobélicamente”.

La programación neurobélica prepara a sus recursos humanos para las guerras del presente, que no tiene límite porque no son guerras formales. Ninguna de las leyes de la guerra actúa contra ello. Son profesionales bélicos contratados por empresas que se encuentran en un limbo legal, pues no obedecen ni a la justicia humanitaria que pone límites sobre cómo un ejército puede actuar en una guerra, ni obedecen al estado.  Esa mano de obra bélica existe porque existe un mandato de masculinidad, porque existe una manera en que las familias, las escuelas, los barrios, la vida cotidiana forma a los hombres y esa obligación de masculinidad implica abdicar algunas formas de la sensibilidad; volverse insensible tanto del cuerpo propio como del cuerpo ajeno. Es una preparación que luego se continúa cuando el sujeto masculino entra en el espacio bélico, sea por la vía del estado o por la vía de un espacio para estatal que se expande en América Latina. La esfera paraestatal se encuentra en expansión en América Latina.

En nuestro tiempo muchos hombres se van evadiendo del mandato de masculinidad. El hombre en su obediencia al mandato de masculinidad y con la característica narcisista de la psique masculina no tiene acceso al espejo que le habla de su propia crianza, de su propia carencia, de su propia abdicación a tener formas de la felicidad. Es un sujeto poco espejado, poco reflexivo y que no toma conciencia de su propio sufrimiento. Con esto no justifico a los hombres, lo que estoy diciendo es que uno de los caminos es informar a los hombres que están siendo obedientes a un mandato que los victimiza también, que les exige suprimir aspectos importantísimos de la vida. Formas de felicidad que las mujeres conocemos y ellos no pueden conocerla. Por eso los hombres mueren antes en todos los países del mundo.

Otro tema es que estamos frente a un espectáculo de crecimiento del fundamentalismo cristiano. Hay que usar esa palabra, porque nos enseñaron a condenar el fundamentalismo islámico, pero hay que usar esa misma expresión de fundamentalismo para lo que se está instalando entre nosotros de México a Argentina.

El miedo al espacio público es un miedo nuevo y es muy parecido al miedo en la sociedad fundamentalista islámica. La fundamentalista es la forma más occidental de todas las formas del islam, porque clausuró todas las formas de debate interno y afirma una verdad única. El problema de la verdad única es el problema del presente y esa verdad única, esa justicia única, está colonizando nuestro continente, que no tiene en el pasado una inclinación a posturas fundamentalistas.

Fundamentalismo y guerra son ideas muy afines.

Fuente:
http://fmlatribu.com/noticias/2017/07/19/rita-segado-la-pedagogia-de-la-crueldad/



Origen de la palabra “puta”



Origen de la palabra “puta”
De diccionarios, acepciones, etimologías e ideologías.
Nora Buich
Docente y escritora
Domingo 21 de agosto de 2016 | Edición del día

“Evidentemente sin tapujos, dulcísimo Vario,
yo diría: “que me muera si no me ha perdido ya este puto”
Pero si las buenas formas prohíben realmente decirlo,
no diré: “me ha perdido ese muchacho”.

Estos versos latinos, de finales del siglo 1 a.C., serían uno de los primeros registros en donde puto, que era equivalente de jovencito, se asocia con la prostitución. De allí pasó a utilizarse en su forma femenina.

En su página digital la Real Academia Española (RAE) acerca del origen de la palabra puta tiene esta primera entrada: Quizá del lat. vulg. *puttus, var. del lat. putus ’niño’. Es extraño que la RAE presente tan vaga información sobre sus orígenes, cuando hay mucha documentación sobre esta palabra.

En el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico de Joan Corominas encontramos que procede de la palabra putta (muchacha), femenino de putto (muchacho), efebos y efebas a los que ya en la época romana se les asociaba con la prostitución.

En varias publicaciones y páginas fiables de internet encontramos que “los filólogos clásicos, asocian la palabra puta con el latín putta (muchacha, chicuela, especialmente “chica de la calle”) que ya en latín se usó con el valor de prostituta, derivado, en realidad de puto”.

En arte, putti es otra forma de nombrar a los angelitos que son un ícono clásico, con que se adornan cuadros, relieves, etc. que representan una escena con trasfondo erótico o incluso religiosa en que se quiere demostrar de alguna manera el amor divino.

Pero volviendo a la Real Academia, ésta institución guarda entre sus joyas la edición digitalizada del Tesoro de la Lengua Castellana o Española de Sebastián de Covarrubias que cuando aparece en 1611 es el primer diccionario monolingüe del castellano.

En una línea muy distinta, Covarrubias dice que puta es: la ramera o ruin mujer. Casi podrida, que siempre está caliente y con mal olor.
¿En qué contexto escribe Covarrubias su diccionario? Para el 1600 Europa está transformándose, en el lento pasaje del feudalismo al capitalismo. Hay hambrunas, guerras, caídas de los salarios y esto afecta mucho más a las mujeres. Como sostiene Silvia Federici en su libro Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (Buenos Aires, Tinta Limón, 2010): “A mediados del siglo XVI las mujeres estaban recibiendo sólo un tercio del salario masculino reducido y ya no podían mantenerse con el trabajo asalariado, ni en la agricultura ni en el sector manufacturero, un hecho que indudablemente es responsable de la gigantesca extensión de la prostitución en ese período”.

Además, la iglesia católica muestra a la mujer como débil mental, proclive a hacer tratos con el diablo. Comienza la caza de brujas, el ataque a sus derechos reproductivos y a la introducción de nuevas leyes que sancionan la subordinación de la esposa al marido en el ámbito familiar. Se muestran dos tipos de mujer: a María santa y buena, encerrada en el hogar y la perdida Eva, que peca y es expulsada del paraíso.

El capitalismo avanza, con ello la división de las clases sociales, y se acentúan estas tendencias: a las mujeres, en general, le son cercenados sus derechos, pero es la mujer del burgués la que puede quedarse en casa, cuidando a los hijos si quiere preservar su honor porque es la esposa del que posee los bienes y los medios de producción. En cambio, la obrera y la campesina son humilladas, castigadas y empujadas a ser una mercadería más que el burgués compra, en la hacienda, en el taller, en la fábrica y también en el prostíbulo.

Con hipocresía, la prostitución es condenada moralmente pero no eliminada. Porque para que el buen burgués no deshonre a su santa esposa, los peores pecados los comete con la puta del prostíbulo, y el prostíbulo no está en pleno centro de la ciudad… pero tampoco está tan lejos, cosa de que el señor llegue enseguida, cuando lo necesite.

Entonces el mundo público es para los hombres y las mujeres se vuelven parte del mundo privado. Y las únicas públicas son las putas. Pero estamos hablando del siglo XVII, hoy es distinto…

Vuelvo a la página digital de RAE, y encuentro ejemplos de los usos de la palabra puta: “casa de putas” y su sinónimo “casa de lenocinio”. ¿Y qué es eso?: casa de mujeres públicas, dice el diccionario. ¡Igualito que en siglo XVII!

Y cuántas veces escuchamos: se viste como una puta, anda hecha una puta, tiene cara de puta, etc. Cuando se dicen frases como ésas se está diciendo lo mismo que dijo la iglesia para justificar la quema de mujeres en la hoguera, para quitarle, por ejemplo, el derecho a ejercer la medicina, el derecho a decidir cuándo tener hijos o no tenerlos, el derecho al libre goce de su cuerpo.

Cuando se dice eso, se justifica que por la ropa que lleva puesta la mujer puede ser violada. O que merece ser corregida y se justifica la violencia sobre ella.

Cuando se dice eso, se está reforzando la idea de que la mujer es menos que el varón, que es una cualquiera a la que el patrón le puede pagar menos dinero por la misma tarea.

Un Don juan es un tipo lindo, pero Doña Juana es la mujer que limpia; el hombre atrevido es valiente, pero las mujeres atrevidas somos maleducadas, unas putas; un tipo rápido es un tipo inteligente pero una mujer rápida es una puta.

Si invitamos a alguien a salir somos atorrantas: putas; si tomamos las calles para reclamar por nuestros derechos o simplemente salimos a divertirnos somos callejeras: putas, si tenemos mucha experiencia en la vida, somos mujeres de la vida: putas.
El hombre público es el que actúa en los ámbitos sociales y políticos, la mujer pública es la que ejerce la prostitución.

Al hombre no se lo juzga por su ropa, por sus encuentros sexuales, por su cara -que viene a ser “por sus intenciones o actitudes”-. Porque va de suyo que todo: su cuerpo y el mundo le pertenecen, aunque a esta altura vale preguntarse: ¿a qué hombres le pertenece el mundo? A todos, no.

Y las que opinamos, las que reclamamos por nuestros derechos, las que gozamos nuestra sexualidad como se nos canta… y tomamos a las calles y arrancamos de la cárcel a mujeres como Belén somos las putas. Porque, en definitiva, todo lo que se sale de la norma establecida, es catalogado de la misma manera para denigrarnos.

A esta altura, voy a coincidir con Covarrubias en eso de que estamos podridas, pero no por nuestros “deseos carnales” sino por nuestra situación.

¡Muchas estamos podridas, hartas de aguantar al machismo y al sistema al que ese machismo les viene como anillo al dedo para ganar cada vez más! ¡Estamos podridas, hartas de las instituciones que, como la Real Academia Española, reproducen los valores y prejuicios patriarcales! Así que, si queremos empezar a transformar las cosas, empecemos por no repetir como un eco las palabras de los que nos humillan y nos castigan. Que, si hay algo que huele mal, definitivamente, no somos nosotras.

Fuente
http://www.izquierdadiario.es/Origen-de-la-palabra-puta?fb_comment_id=1277754175601087_1374575399252297#f30cdb988f67d3c




martes, 11 de julio de 2017

Las Manadas de los #Sanfermines



Las Manadas de los #Sanfermines

La autora le arranca la máscara al patriarcado más duro, el más tolerado, el más defendido por la mayoría de las mentalidades sociales. No lo vemos porque no lo queremos ver y como dice Amelia Tiganus, no podemos imaginarnos el horror por el que pasan las mujeres que tienen que soportar a las manadas de hombres y sus prácticas sexuales violentas que en algunas ocasiones solo se pueden traducir como tortura: "Imaginad lo que la pedagogía de la crueldad hace con ciertos cuerpos. Imaginad que eso pasa porque una sociedad lo permite. Y el Estado lo financia y lo defiende bajo el manto de las tradiciones (patriarcales e intocables)".
Amelia Tiganus -- Feminicidio.net -- 08/07/2017

Si eres prostituta, “trabajar” en un prostíbulo de Pamplona en la época de Sanfermines puede llegar a ser una de las experiencias más traumáticas y duras que vives en el cuerpo de una mujer. Las cosas como son: esto solo nos pasa a las mujeres por ser mujeres, en Pamplona, Ámsterdam, Cali o Bangkok por no decir en casi todas las ciudades del mundo.

Para empezar, en el sistema prostitucional tú no eliges, y estás obligada a aceptar de antemano todas las reglas del juego a las que te someten los proxenetas (en el Estado español están enmascarados como empresarios del ocio aquellos que administran el negocio de la prostitución en algunos supuestos locales de ocio) y los puteros. La alianza putero-proxeneta es de las más fuertes y leales en el patriarcado, entre estos dos roles de machos no hay fisuras, protegen la masculinidad hegemónica y por eso necesitan resguardarse en lugares físicos donde las únicas mujeres que estén allí sean cosificadas, sumisas y estén dispuestas a ser humilladas, usadas y torturadas por ellos, bajo la “legalidad” que le concede el Estado proxeneta. El prostíbulo es el símbolo más contundente y claro de que el patriarcado no está dispuesto a que las mujeres alcancemos la igualdad. Mientras haya prostíbulos, no solo se garantizará que siempre hay un lugar en el que la masculinidad hegemónica está a salvo sino que los hombres como ciudadanos, con la ayuda del Estado, las leyes, los jueces, la policía, los partidos políticos, las religiones y la indiferencia social, pueden disponer de mujeres desechables y explotables.

Imaginad primero el prostíbulo en Sanfermines por dentro: sobrepoblación de mujeres, decenas y cientos se instalan unos días en la capital navarra (traficadas o explotadas en cualquier caso), son hacinadas cuatro o cinco chicas por habitación como en una granja de pollos. De día están encerradas y duermen en los mismos espacios asfixiantes por donde durante la noche anterior pasaron decenas de hombres. También de día, en las calles los enjaulados son los toros, torturados y asesinados por manadas de hombres en un ritual ancestral, las únicas manadas que matan porque sí, porque tienen la licencia para usar y disfrutar de la violencia patriarcal.

Las manadas practican lo que Rita Laura Segato define como “pedagogía de la crueldad”.
Imaginad lo que la pedagogía de la crueldad hace con ciertos cuerpos. Imaginad que eso pasa porque una sociedad lo permite. Y el Estado lo financia y lo defiende bajo el manto de las tradiciones (patriarcales e intocables).

A las últimas chicas que llegan, a falta de camas les toca dormir en colchones sobre el piso, por esas habitaciones pagan fortunas, más de la mitad de lo que reciben ellas de los clientes; muchos proxenetas lo confiesan abiertamente: “a una puta hay que cobrarle todo lo que hace dentro del club, cama, comida, venderle ropa, joyas, perfumes, cocaína...”.

Imaginad que la jornada empieza a las cinco de la tarde cuando las mujeres abandonan las habitaciones y esperan en el local a que lleguen los clientes. Por la tarde hay poca demanda. La gran afluencia de hombres empieza por la noche. Manadas de borrachos invaden los locales vestidos con su traje blanco y “pañuelico” rojo. Hasta altas horas de la madrugada llegan las manadas. Hombres de todas las edades y nacionalidades. Los taxistas cobran una comisión del prostíbulo por cada viaje que traiga una manada. Los hombres vienen envalentonados y sudados. La mayoría pide sexo grupal y normalmente se les concede el deseo. A más hombres y “servicios” en el local, más ingresos y enriquecimiento para los proxenetas.
A ellas les toca el sufrimiento, la explotación sexual y la degradación.
El hacinamiento de mujeres se hace notar solo cuando las colas para esperar una habitación libre inundan los pasillos del prostíbulo. Hacer cola para follar es algo muy común pero en Sanfermines se vuelve más pronunciada esta conducta de la manada. Una vez dentro de la habitación, la diversión machista de la manada (generalmente con una sola mujer) no cesa y las demostraciones de hombría patriarcal son cada vez más violentas. Solo se pueden traducir como sexo duro y tortura. La música alta, el olor a alcohol, tabaco y cocaína son insoportables.
Flyer que se distribuye por las calles de Pamplona durante las fiestas.
Luego a la puta le toca soportar la soledad y recuperarse para volver a repetir al día siguiente la misma … Imaginad cómo llamar lo que le pasa a una puta en esas condiciones. ¿Qué nombre le pondríais?
Y después nos preguntan por qué algunas consideramos al prostíbulo un campo de concentración exclusivo para mujeres.
Las manadas de hombres están siempre dispuestas a volver para borrar cualquier rastro de humanidad de la puta.

¿Puede ser legal todo esto? Pues lo es.

Dice el folleto del Ayuntamiento de Pamplona:
“Por unas fiestas libres de agresiones sexistas: ¿Qué es la violencia sexista? Una violencia que se basa en las relaciones jerárquicas, en las relaciones de poder que sitúan al hombre por encima de la mujer, cuyo objetivo es garantizar que las mujeres vivan en una situación de sumisión”.

¿En qué parte de la campaña pública de prevención de las agresiones sexistas cabe mi relato?
Imaginad ahora que todos los días se publican avisos publicitarios en el periódico Noticias de Navarra (hoy, 8 de julio, ocupan una página entera de clasificados que pueden leer niños y niñas…). Este periódico recibe un beneficio directo de esa explotación sexual, el coste de los avisos publicitarios financia su sostenibilidad.
Lo que no podéis imaginar es el horror que vive una mujer en una situación como la que acabo de contar. 
Hay horrores que solo padecemos y vivimos algunas mujeres por ser mujeres pobres, migradas, racializadas, explotadas por el colonialismo sexual y el sistema prostitucional europeo. Y esto pasará cada día de Sanfermines, en una ciudad a la que cada año vienen las manadas de hombres a disfrutar de sus rituales patriarcales.

Fuente

http://feminicidio.net/articulo/las-manadas-los-sanfermines