Vientres de alquiler y mercaderes de bebés en Oriente
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14/2/2017 by admin
Nazanín Armanian – Público.es
Desde que en 1.978 la ciencia consiguió engendrar un
“bebe-probeta”, también abrió una puerta más a la cosificación de la mujer,
poniendo su cuerpo en alquiler.
En la mayoría de los países de Oriente Próximo, las clínicas
de fertilidad hacen su agosto. El capitalismo más patriarcal y desigualitario,
con su institución familiar que gira alrededor de los deseos reproductivos del
hombre pone al servicio de las parejas pudientes con problemas de fertilidad a
“Mujeres a la carta”, pero sin recursos y desesperadas, dispuestas a arriesgar
su vida y su salud física y mental, para sobrevivir, gestando el hijo de otros.
Cuando en 1980 la Universidad Al-Azhar de Egipto–la máxima
autoridad religiosa del sunnismo del Islam-, legitimaba la fecundación en vitro
(aunque siempre dentro de los “límites conyugales”), prohibió todas las formas
de donación de terceros, tanto de esperma y óvulos como de úteros o embriones,
considerándolas adulterio, pues el Corán dice que los creyentes “custodien sus
partes pudendas” (24:30). Por lo que en
los países de mayoría sunnita, en teoría, no existen vientres de alquiler.
Sin embargo, el chiismo iraní (que no el árabe) ofrece ésta
y otras formas de inseminación artificial, recurriendo a la poliginia
legitimada por el Libro Sagrado: el hombre que desea tener hijos, puede
contratar a una mujer bajo la figura del matrimonio “Motaa” (de Placer),
pagándole una cantidad determinada para una relación durante un tiempo
acordado, tener hijos con ella y tras
repudiarla, llevarse los hijos. Otra fórmula legalizada es que un esposo cuya
mujer no puede quedarse embarazada, se case con otra mujer con la fórmula
Motaa, para que ella haga de incubadora del óvulo fertilizado de la esposa
principal, con el esperma del marido en común. Las mujeres viudas o divorciadas
sin recursos son las que están siendo explotadas en este negocio que mueve al
año millones de euros. Los intermediarios son muy convincentes: ¿Qué es mejor:
vender un riñón para vivir de su renta unos meses, o alquilar y realquilar tu
vientre y ganarte un dinerito? En este maldito mercado libre, donde la pobreza
tiene nombre de mujer, la competencia ha bajado el precio de llevar durante
nueve eternos meses un feto que una vez
niño deberás entregar a unos desconocidos, sin ni siquiera poder abrazarlo una
vez.
La figura del “útero en alquiler” forma parte de las
políticas pronatalistas del gobierno, en un Irán donde la población tiene un
crecimiento negativo. Las autoridades chiitas de Irán también han escandalizado
a los países “musulmanes-sunnitas” por legalizar otras formulas extracorpóreas
de inseminación artificial: es el único que autoriza la inseminación de la
esposa con el esperma de un donante (que suelen ser los hermanos del esposo):
esta “fecundación heteróloga”, no es “zena” (adulterio), ya que no hay contacto
físico entre el donante y la receptora. Los eruditos sunnitas acusan a sus
homólogos chiitas de adulterar el Islam con sus sentencias inmorales, debido a
que no saben árabe y no pueden acceder a los textos sagrados. Bueno, la institución clerical del chiismo no
sólo se ha otorgado la facultad de “innovar” en el Islam sino también puede
“congelar” un edicto coránico, si es “conveniente”.
Así es cómo el “turismo de fertilidad” ha ido en auge en un
país como el Líbano, país de mayoría árabe y sunnita, donde los médicos chiitas
ofrecen estos servicios a las parejas de todos los credos en Oriente Próximo.
¡Creced y multiplicaos!, pero…
En el estado semi teocrático de Israel, donde Dios manda y
mucho, la orden de “Creced y Multiplicaos”, no se debe cumplir de cualquier
manera.
Los rabinos que aplican la ley halájica, han legalizado la
maternidad subrogada, pero sólo si la madre sustituta no tiene ninguna relación
genética con el feto; han prohibido el uso del semen de un donante, pero no el
óvulo de una donante para ser fertilizado por él.
El mito de las “vírgenes embarazadas” de sus textos
sagrados, ha sido utilizado por las autoridades religiosas para legitimar la
posibilidad de concebir hijos sin un “contacto directo” entre los implicados:
se trata del cuento de aquellas doncellas que podían ser fecundadas de forma
accidental “al bañarse en aguas previamente fertilizadas por un hombre”, por
ejemplo. Una “fertilización asistida” imposible pero que en tiempos viejos
podría servir para encubrir la “deshonra” de las niñas violadas.
En Israel, como al resto de los países de la región, cerca
del 25% de las parejas no puede tener hijos. La ley autoriza la maternidad
subrogada sólo a las parejas heterosexuales, infértiles, y menores de 50 años.
La madre sustituta debe ser soltera, sin hijos, y de la misma religión que la
pareja. Obviamente, si ella no es judía, él bebe tampoco lo será.
Así es como las parejas mayores, las interreligiosas, los
discapacitados, los solteros y las parejas del mismo sexo buscan en extranjero
un vientre que alquiler e inseminar.
India y sus granjas
de madres suplentes
El tráfico de niños a la carta va en aumento. En India, este
país de capitalismo más brutal, construido sobre la supremacía de sexo, raza y
clase, pone en oferta el cuerpo de sus mujeres más desesperadas. Ellas,
afinadas en verdaderas granjas adosadas a las clínicas de fertilidad, son ofrecidas
a los hombres y mujeres ricos de todo el mundo para ser inseminadas. Sólo del
Reino Unido acuden a la India con éste propósito unos 12.000 individuos al año,
a veces en sólo dos viajes. El negocio
de la mercantilización del cuerpo de la mujer, dejó (en 2014) en la India unos
690 millones de dólares.
Abundan casos de niños devueltos a las clínicas, o de niños
maltratados por sus “papás y mamás legales”.
En 2012, salió el caso de una
pareja australiana que devolvió a una de las gemelas que había recogida,
alegando problemas económicos. ¿Dónde irá a parar esta niña? ¿Continuará su
terrible viaje en la ruta de tráfico de niños?
Las leyes de dichos países han regulado las cuestiones como
la de herencia de los niños, hasta la religión que deben profesar, pero no sus
derechos humanos fundamentales como seres humanos vulnerables.
Las mujeres, la mayoría de las castas bajas, no son
conscientes de los riesgos de este “trabajo”, y suelen prestarse a ello por la
coacción de los proxenetas y maridos
vagos (¡que tras firmar el contrato dejan de trabajar!). Ellas sufren
irreversibles daños físicos y emocionales, sobre todo cuando su embarazo se
complica. Estarán forzadas a abortar los fetos no deseados en un embarazo
múltiple, y por otro lado, si sufren abortos involuntarios, no recibirán el
dinero.
En algunos casos, las madres subrogadas indias seguirán
viviendo en sus propios hogares y en otros, son arrancadas de sus casas para
ser encerradas durante nueve meses en centro vigiladas por los mercaderes de
bebes. A nadie le importará su sufrimiento al entregar un niño que llevaba en
sus entrañas, ni en la depresión postparto, ni en su sentimiento de culpa, ni a
cómo se enfrentará al rechazo de los vecinos y familiares.
Las madres suplentes no están utilizando su libertad para
hacer con su cuerpo lo que quieran, como afirman algunas supuestas feministas.
Es exactamente como la venta de un órgano: sólo lo hacen los pobres, aquellos
que la única libertad que se les ha dado el capitalismo ha sido vender su
fuerza de trabajo y su cuerpo.
La campaña internacional de “Stop Surrogacy Now” denuncia
que el cuerpo y la vida de un grupo de mujeres pobres estén al servicio de una
industria que no es menos criminal que la de tráfico de órganos y la de niños.
Y encima, hay cerca de 170 millones de niños huérfanos en el
mundo.14 febrero 2017
http://www.other-news.info/noticias/2017/02/vientres-de-alquiler-y-mercaderes-de-bebes-en-oriente-proximo/#more-12764
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